Wilmar Pereira
En un trecho de su charla, se refirió a la respuesta que Luis Alberto de Herrera le diera a un periodista, ante la posibilidad de distinguir a cierto personaje con un ministerio.
.-AHHH…a ese nooo…replicó el viejo caudillo. .- Ese es un “redondo”!
La alusión se debía a que el ciudadano había militado en varios partidos, y en consecuencia para él, “estaba redondo de tanto darse vueltas”.
Y eso me lleva a varias reflexiones. La primera me hace pensar que la esencia de la democracia es, precisamente, la libertad de elección. De lo contrario los partidos mantendrían sus mismos guarismos de votos desde hace más de un siglo. Luego pienso en la negación de la frase de Kant: “…el sabio cambia, el necio no”, pronunciada por el ex presidente Tabaré Vázquez en una edición televisiva. Pues si no fuera así, concluiríamos que el frente amplio estaría compuesto por “redondos”, ya que es sabido que nació nutriéndose de blancos, colorados y gente de izquierda.
Y esta disquisición nos lleva a revisar el vigente concepto de la “disciplina partidaria”, dada la rebeldía a votar una ley por parte de dos integrantes del oficialismo. ¿Y qué es la disciplina partidaria? Cuando un político debe elegir entre la disciplina partidaria y su conciencia, qué hará? Y cuando debe elegir entre esa disciplina y la voluntad del pueblo, qué hará?
Podrá catalogarse a los tales rebeldes como “redondos”? ¿Podrá darse un cachetazo al librepensamiento en aras de la disciplina partidaria? Y si no se lo castiga con la expulsión, se seguirá manteniendo en sus filas a un “redondo”? Se negará la esencia de la democracia castigándolo?
Quisiera haber podido plantearle al viejo caudillo blanco todas estas interrogantes, porque, a decir verdad, quien escribe esta nota no es un político, sino un votante común, que pregunta lo que no sabe, a quienes sí saben.
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