Lo electoral es un juego de opciones

Entrevista con Julio María Sanguinetti
Por Cesar García Acosta

El Partido Colorado, por un lado, desde hace años, viene planteándose un Congreso ideológico que se le hace difícil de concretar. Por otro lado, se debate entre la necesidad de lograr agrupamientos posibles desde el punto de vista político electoral y su propia identidad. ¿Cree que pueden darse cambios en las formas electorales que le permitan al Partido Colorado ser una opción válida para desplazar al Frente Amplio y sus ideas del poder?



El Partido Colorado posee una matriz ideológica que está en su ADN y que, pese a los años, sobrevive adaptándose a los tiempos y reformulándose. Ella nos diferencia del Partido Nacional : en la organización económica ellos fueron siempre estrictamente liberales mientras nosotros creíamos en un Estado activo; en el enfoque universal siempre fuimos internacionalistas y no nacionalistas porque jamás confundimos el amor a la patria con encerrarnos en las fronteras y empobrecernos; en lo social nosotros sostuvimos siempre la responsabilidad del Estado; en el estilo, en los procedimientos, los nacionalistas han creído en la ética de la convicción, o sea hacer lo que creen justo y desligarse de las consecuencias, y nosotros cultivamos siempre la ética de la responsabilidad, que es defender lo que se cree justo armonizándolo con las consecuencias, con el resultado, no agotarse en la actitud. Naturalmente estos son brochazos que reconocen matices. Me parece muy bien que se haga un congreso ideológico, para discutir a fondo sobre estos temas, que suelen perderse de vista en el debate de la cotidianeidad.



Y con el Frente, ¿no se sigue hablando de que allí hay Batllismo?



Algo de Batllismo hay en todas partes, porque el país, desde la 2ª. Presidencia de don Pepe tiene una matriz con la que se identifica. Ahora, el actual Frente Amplio tiene socialistas, comunistas, anarquistas, mepepetistas, demócrata cristianos... Entonces, ¿cuál es la identidad del frente? Si hablamos del comunismo estamos en las antípodas. Si hablamos del socialismo ellos siguen creyendo en la lucha de clases, cultivan un antiyanquismo visceral y adoran las dictaduras si se declaran de izquierda. Están con Cuba, están con Gadafi. Eso es una definición que nos separa radicalmente, porque quien defiende esas causas, no revela no poseer la necesaria convicción en nuestro sistema democrático-liberal. Ello es, por el contrario, lo que nos acerca en sustancia a los Blancos, el Estado de Derecho. En otro plano, nosotros creemos en la seguridad social y no – como ocurre hoy- en que el Estado compre votos con dinero y congele para siempre la pobreza, reduciendo al pobre a la condición de mendigo presupuestado, sin crearle hábitos de trabajo. A la gente modesta el deber de la sociedad es ofrecerle educación, escuelas de tiempo completo, médicos, alimentación, oportunidades de trabajo, para que se supere, y no subsidios en plata para que asistan al liceo, sin exigencias de contrapartida, lo que es algo horroroso. Nosotros somos por ello socialdemócratas y el Frente es cada vez más populista y menos socialista. En lo económico, Astori defiende la economía de mercado, Lorier habla de nuevo del monopolio de la carne en Montevideo que ya sufrimos otrora, los socialistas quieren aumentar los impuestos, todos tienen ideas distintas y lo más notable es que ninguno reconoce la realidad. Ahora están asombrados de que bajando el IVA los menos beneficiados son los pobres, simplemente porque repetían eslóganes sobre el IVA pero no sabían cómo incidía en la gente.



Con la modificación constitucional que habilitó el ballotage el estereotipo “blanco” - “colorado” desplazó las pasiones a un segundo plano. De ser esto válido, ¿porqué la dirigencia de uno y otro partido no han encontrado alternativas válidas o admisibles para captar el interés; es decir, para motivar el triunfo y la competencia?



Lo electoral es otra cosa. Es un juego de opciones relativas en que el ciudadano, como integrante del Cuerpo Electoral, formula un acto de gobierno y vota lo que mejor cree. En la primera vuelta, lo hace con su partido, con su candidato. En la segunda, opta por lo que considera más afín. La sumatoria de ciudadanos blancos y colorados debe darse naturalmente en la segunda vuelta, por esos principios democráticos. Pero no hay porqué perder las identidades. Es más, advierto que votando cada uno en primera instancia, con su bandera, se sumará más gente que integrándolos en un solo partido, lo que sería bastante artificial. Justamente el ballotage está para que quienes, por defender la democracia y el Estado de Derecho no queremos el populismo frentista, nos podamos sumar; o, a la inversa, todos los que ponen el retrato del ché Guevara, que ya están unidos.



¿Hay Batllismo en el Frente Amplio, o lo que sucede es que no hay motivación de expectativa para votar masivamente al Partido Colorado como opción de gobierno?



Las motivaciones se mueven por variados carriles, no solo ideológicos. En lo ideológico el Batllismo está en el Partido Colorado, porque en su matriz liberal sólo puede estar allí. Todo lo demás son falsificaciones y procedimientos de enganche que parten del reconocimiento de que al país moderno lo hizo el Batllismo. Pero, ¿batllistas quienes todavía creen que estuvo bien derrumbar la democracia por medio de la fuerza? Serán lo que digan, pero nunca batllistas, porque el batllismo es institucionalismo. Tampoco se puede ignorar que los candidatos son fundamentales. Advierto que las posibilidades del Partido Colorado están intactas. La nueva generación está en la cancha y jugando. Confiamos en que crezca y nos dé la satisfacción de retornar al gobierno, como esperamos. En la calle hoy la ciudadanía ya lo ve entrando en el ballotage y ese sentimiento optimista empieza a ayudar mucho en sus posibilidades.

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