Wilmar Pereira Aranguiz,
Hace ya algunos días, un periodista le comentó a una alta autoridad de gobierno, que las estadísticas decían sobre un acentuado crecimiento de ventas de automóviles cero kilómetro en nuestro país.
Recibió como respuesta irónica: “…bueno, entonces la situación no está tan mal…”
Visto desde otra perspectiva, podríamos pensar sin embargo que este gobierno se especializa en fabricar ricos, y no en disminuir la pobreza, como lo ha predicado desde el principio. Porque jamás podremos pensar que un pobre o representante de la posible clase media, puede comprarse un coche nuevo así como un kilo de carne, ya bastante inaccesible para los de menguados recursos.
La misma lectura podemos hacer para la muy prematura elección del vicepresidente próximo, nada más ni nada menos que de aquí a cuatro años! Acción política que, lejos de hablar de una unidad partidaria, nos revela una sensación de sordo pánico en el frente, además de constituir una ilegalidad constitucional, el hecho de que gobernantes hagan especulaciones políticas. Y ese pánico, disimulado entre sonrisas, chanzas y triunfalismos, tiene causas evidentes.
Y entre las causas, primero está una incuestionable merma de votantes en la capital, la problemática de la terrible inseguridad que vivimos, la pérdida de una intendencia, la también incuestionable presión de los gremios, la conversión de Montevideo como una de las ciudades más sucias de América, ocurrido durante un insoportable tiempo, los retrocesos del gobierno ante todos los embates sindicales, etc.
Causa temor pensar que si por ejemplo Aebu, Los gremios de la salud, la policía o la intendencia de la capital, pidieran de pronto y simultáneamente ganar tres veces lo que están ganando, y se encapricharan en no trabajar hasta no ser satisfechos… total, todo puede suceder de aquí en más, aunque parezca exagerado y como un drama kafquiano, pero que como ejemplo sirve.
Y esta es también otra faceta de la inseguridad: las dudas que todos tenemos sobre la reacción que este gobierno tendría ante casos extremos como los citados. ¿Qué demandas sobrevendrán a fin de año? ¿ y en el año próximo? ¿Qué límites tendrá el gobierno, si es que los tiene? ¿Se estará creando una casta de super-uruguayos, frente a una enorme masa de pobres, jubilados con un mínimo humillante y que no pueden hacer paros?
Esto sí que es como para preocupar.
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