Jorge AZAR-GOMEZ
Ex Representante de Uruguay ante O.N.U.
Uno de los indicadores más seguros de la madurez de un régimen democrático es su capacidad para tratar públicamente los temas militares, no sólo con libertad son también con seriedad, dignidad, racionalidad y franqueza. La polémica provocada recientemente por las declaraciones del Comandante en Jefe del Ejército General jorge Rosales es un ejemplo excepcional para ponerlo a prueba.
Varios medios de difusión, así como legisladores y actores de la vida sindical, han elaborado grandes titulares en base a dichas declaraciones por considerar que violan el Art. 77 de la Constitución Nacional.
En esos mismos titulares se dice que el General Rosales ha opinado sobre actos de gobierno y que por tal motivo sus declaraciones causan “honda preocupación”, le siguen a estas opiniones otras que contienen abundantes citas históricas y otras que manifiestan que los militares no deben intervenir en política y que deben estar sometidos al control político. En pocas palabras, a 6 renglones de declaraciones del General Rosales se le atribuyen intenciones casi golpistas.
Aunque todas las citas de las opiniones del Comandante en Jefe son rigurosamente verdaderas, el análisis y tratamiento de las mismas son rotundamente mal intencionados, pues constituye una grosera tergiversación.
En primer lugar, las declaraciones del General Rosales, no interfieren en las decisiones políticas, ni se pone al servicio de una parcialidad política, ni se muestra en desacuerdo con los políticos que se han manifestado a favor del proyecto interpretativo de la ley de caducidad.
El General Rosales sólo manifiesta: “Como militar estimo que hay un principio rector de la conducta que es la lealtad y el cumplimiento de la palabra, y como ciudadano la opinión que tengo es que se debe acatar y respetar el resultado de las urnas”. ¿Es tan grave hablar de lealtad, de cumplimiento de la palabra y de acatar y respetar el resultado de las urnas?....vaya paradoja los que están despreciando nuestra decisión y nuestro voto les molestan los conceptos de lealtad, respeto por las urnas, cumplimiento de la palabra, es lógico, no cabría otra interpretación.
Y es que una vez fraguado el escándalo, el segundo paso es explotarlo al máximo y distraer la atención de la población con este tema, mientras, al estilo kirchnerista, se trata de comprar los votos de los legisladores que con dignidad se apartan de una actitud golpista del partido de gobierno, al querer ignorar la decisión de un pueblo que en dos ocasiones ya les dijo lo que deseaba y como quería vivir.
Inmediatamente se lanza el gran titular “ El general Rosales enciende una polémica política”. Inexactitud evidente. no era el general Rosales el que había encendido nada, sino que otros muchos y organizados, tergiversaron sus opiniones y quienes promovieron polémica, fueron muchos actores de la vida política y sindical.
Cuando los periodistas, cumpliendo con su deber de informar, se dirigían a diversos actores de la vida nacional y les preguntaban ¿qué opinión le merecen los conceptos del general Rosales?, fueron recibiendo respuestas de diverso calibre.
Los políticos más serios trataron de quitarle importancia al asunto insistiendo en la “confianza absoluta” que merecían las Fuerzas Armadas, en que el principio de constitucionalidad según el cual el Presidente de la República es el Comandante en Jefe está fuera d e toda discusión; en suma que se quiere levantar una tempestad en un vaso de agua.
En principio, ésta fue también la posición pública del Ministro de Defensa, pues entendía que el General Rosales no opinó ni a favor ni en contra de la ley de caducidad.
Hoy se anuncia que los dichos del General Rosales fueron analizados por el Consejo de Ministros y que el jerarca será sancionado.
En esta actitud, vemos que el gobierno “cobra al grito” y que el Presidente Mujica, ya no tiene el poder, pues era su atribución como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas tomar personalmente la decisión de sancionarlo o no, y no poner en la mesa del colegiado ministerial un tema de su absoluta responsabilidad.
Los comentarios del jefe del Ejército, Jorge Rosales, a favor del respeto a la decisión de la ciudadanía le valieron un apercibimiento del Poder Ejecutivo (quizá un maquillaje para calmar a la “barra brava” que quería su cabeza) que le fue comunicado por el ministro de Defensa Luis Rosadilla, pese a lo cual se mantendrá al frente de la fuerza de tierra.
Es evidente que en el sector político que tiene el gobierno del País, y en el sector que tiene el poder, prevalece todavía una actitud fatua , de desconfianza, sospecha y temor sobre las actuaciones de las Fuerza Armadas, actitud que en la actualidad no esta justificada.
La cuestión militar se debe atacar frente a frente, con franqueza y con dignidad.
La temática de las fuerzas armadas, así como todo lo que se refiere a la defensa del estado, es ciertamente polémica, como lo son todas las cosas graves e importantes, pero se deben discutir con seriedad y oportunismo, lo que no se debe es tergiversarlas o ignorarlas.
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