El Dr. vazquez no la tiene sencilla

Washington Abdala
El Frente Amplio viene recorriendo el manual básico de las disputas adentro del corazón del poder de la misma forma que le sucede a todos los partidos políticos que advierten la posibilidad de continuar sus gestiones de gobierno por otro período. Es que si no hay una hecatombe, si la economía no se descarrila por alguna variable imprevista y si la oferta de los partidos fundacionales es la que se insinúa al presente (sin mucha novedad, con los mismos protagonistas y encerrados en el encuadre de la “derecha”) no hay que ser muy lúcido para advertir que las chances de un tercer período del Frente Amplio son reales. Falta mucho, por cierto, pero un buen primer año puede dejar mucho aceitado.

Cuando se toma conciencia de esto –y es obvio que hay conciencia del asunto- las elites frenteamplistas saben que tienen que ponerse a pensar la continuidad del proyecto en términos personales. Y allí, aparecen los problemas, porque ahora hay más cultura de poder, hay ambiciones individuales y hay un proyecto colectivo que tiene que ser compatible con todo eso. Esta izquierda se empieza a parecer bastante a la de los modelos de los partidos hegemónicos y comienza a tener las patologías que trae consigo ese formato partidario. Son los dichosos problemas del volumen.

Mujica junto a Vazquez, Astori y Topolansky concentran el máximo poder en el Frente Amplio. El Dr. Vazquez con su estilo caudillista, bastante similar el estilo de los caudillos de los partidos tradicionales, jugará sus cartas entrando y saliendo en escena para que no haya olvido de su imagen y que de alguna forma se recree la “necesidad” de su liderazgo. Nunca imaginó que Mujica podría tener tanto apoyo ciudadano y tanta popularidad lo que le complica su operación retorno. El Cr. Astori está en una posición compleja, por su cargo de Vicepresidente de la República que es “maldito” en el sistema político y porque ahora tendría que lograr que Mujica lo apoye –porque no tiene ni el aparato, ni las corrientes de opinión a su favor- lo que no parece sencillo de lograr. Pero todo el mundo coincide que dará pelea. Y Topolansky pretenderá que el modelo de poder emepepista continúe. Su grupo político no tiene una frontera temporal acotada y posee una visión de poder con paciencia infinita. Se avecina tormenta a bordo.

Mientras tanto el Frente Amplio (simpatizantes, adherentes, militantes, cuadros políticos, dirigentes) observa atónito el novel juego de poder y no sabe ni como intervenir, ni como ayudar a enderezar una situación que inevitablemente se torna cada día más tensa. Por eso se lee en internet y en los medios de prensa frentistas tanta inquietud en torno a un conflicto que todos visualizan sin solución sencilla. Curiosa paradoja: el mejor momento político en la historia del Frente Amplio se corresponde a un momento de absoluta desmovilización y nulo activismo de sus organizaciones y participantes. Pareciera que el gobierno se tragó a la fuerza política y que los niveles de desconfianza en la élite comienzan a ser algo más agudos de lo que por estas horas tendrían que ser. A esto se le suma la caída de diversos actores otrora relevantes en ese conglomerado, que ahora solo son pasantes (más bien una carga) en una organización que los acoge. El gobierno ya tiene gente desgastada que no tiene nada para ofrecer en materia de construcción del nuevo tiempo y ese es un problema que de continuar creciendo puede ser un talón de Aquiles relevante.

Topolansky no cometió una gaffe cuando intimó a ir pensando en estos asuntos. Y el Presidente, en realidad, no le enmendó la plana, solo expresó lo políticamente correcto pero el mensaje ya se envió. Me hizo acordar a los fiscales en los juicios orales norteamericanos que tienen prohibido hacer referencias de cierto tipo y las hacen igual. Luego el juez pide con ingenuidad que esos dichos no sean tenidos en cuenta. En realidad, lo dicho, dicho está. Tarea cumplida y el que avisa no es traidor.

El Mpp que sabe del juego de poder como nadie en un sistema político muchas veces hasta ingenuo, que hizo el viaje desde la confrontación a la institucionalidad, entiende que para el futuro sería útil contar con un “cuadro” de la casa o muy “afín” en la pelea presidencial. Por eso, este grupo irá pensando en el asunto y testeará personalidades para ir advirtiendo el grado de resistencia que tienen en la gente. Ya se sabe que están pensando en el asunto. Curiosa situación esta también en la que importa mucho más todo lo interno que lo externo. O sea, los liderazgos opositores no son motivo de inquietud real y de necesidad de reperfilamiento de nadie adentro del gobierno. Los protagonistas del gobierno juegan solos, tienen la cancha libre y hacen carreras contra reloj entre ellos porque la oposición no los determina en nada.

Esto debiera hacer pensar a la oposición en su actuación, con franqueza no se observa ni capacidad de pegada, ni profundidad en el contralor que erosione demasiado al gobierno. Es que el “Muro-Mujica” es enorme. Y es que, además, Mujica con su estilo algo herrerista en sus entradas y salidas discursivas, en su sorpresa y en sus movimientos, y Astori junto a sus elencos con algo de aroma batllista se ocupan de cubrir buena parte de la cancha del imaginario colectivo uruguayo. De alguna forma han ido acorralando a la oposición a un juego de diminutas grageas donde de vez en cuando se sale a decir algo pero con la cuasi convicción de que el partido está perdido. No parece ser la mejor forma de avanzar.

Una vez más Mujica tendrá que hacer lo que mejor sabe hacer: pensar en la movida siguiente antes que los jugadores se muevan en el tablero y anticipar la jugada.

Algo me dice que el regreso de Vazquez con el actual Mujica y su grupo no es tan sencillo. El Dr. Vazquez maneja el poder de una forma que no le resulta confiable al Mpp, tiene un estilo personalísimo y solo un grupo muy reducido acompaña su andar. Ni siquiera todo el partido socialista se haría matar por el ex presidente Vazquez, es más –aunque lo nieguen- buena parte de esa dirigencia no lo desea volver a ver más en los primeros planos nacionales. Mujica sabe que Vazquez es un moderado, que cree en las reglas de capitalismo dado que es un hombre de fortuna económica hecha bajo esas reglas (es uno de los presidentes más ricos desde que llegó la democracia de nuevo) y tiene compañías y amigos que en lo moral son discutibles para la óptica emepepista. Ya no es fácil endosar a Vazquez porque no garantiza recorrer el camino de esta izquierda actual más izquierda y menos gre-gre. (Menos “verso” quiere decir)

Por eso el gobierno empezará a pensar en su delfín y será interesante ver como se paran los protagonistas para esa carrera. Si algo tiene el grupo del presidente es capacidad de sorpresa. Va a ser interesante observar los pingos o las pingas que corran la carrera. No todos están anotados. Y algunos de los anotados capaz que ni salen a la pista.

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