Editorial

El mundial de fútbol terminó. Uruguay salió cuarto y ya nadie debe “temer” tirarse en contra de la AUF o del seleccionador nacional, por cuestionar el monto y la naturaleza del contrato que garantizará los ingresos de los responsables de la “celeste”.
Hoy se sabe que la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND) será el canal de paso para que lleguen aportes, de manera formal, al fútbol. Y se nos dice a los uruguayos que eso no saldrá nada al país que también debe hacerse cargo de pensiones y jubilaciones, el salario de maestros y policías, o los intereses de pago de la deuda externa.
Como se trata del fútbol quizá no haya que ahondar mucho más allá de la noticia y debamos conformarnos apenas con la sigla CND, para saber que será el Estado quien pagará con sus dineros, lo que nadie está dispuesto a pagar.
La CND no es otra cosa que un apéndice de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), es algo así como su brazo ejecutor, el espacio operativo donde lo público se confunde con lo privado aunque en un contexto donde el Estado es quien juega el rol fundamental. Es algo así como el “prestamista” que pone el dinero para que un cliente poderoso, aunque sin capital contante y sonante, puede solventar los gastos diarios de su casa, de su empresa, sin poner en riesgo los ingresos que el cliente declara como suyos.
Y la CND arma, de este modo, contratos de fideicomiso, que son también una especie de garantía que por aval tienen impuestos o ingresos que, como en el caso del fútbol, se dan por seguros aunque dilatados en el tiempo.
Para nosotros quien pagará será el Estado, y lo hará de manera directa o indirecta, sabiendo que cada peso colocado será una inversión y no un gasto.
Este es un mecanismo peligroso, novedoso y complejo que debería contar, al menos, con el aval del contralor parlamentario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario