Milanga en dos

Más de un 30% de la policía tiene sobrepeso
La policía vuelve a ser centro, aunque esta vez, por suerte no hay que hablar de policías procesados, ni de efectivos miembros de bandas delictivas.

Las balas (para estar a la jerga policíaca) apuntan a que más de un 30% de los siete mil efectivos policiales de Montevideo (unos dos mil) son obesos “porque comen mucha harina”.

Un policía hoy trabaja unas 16 horas diarias aproximadamente (entre servicio y 222), lo que lo obliga a resolver sus temas gastronómicos con refuerzos, tortas de jamón y queso, milangas, etc. alimentos todos en los que la acumulación de grasas y harinas es notoria.

Estos alimentos podríamos decir, son los platos “fuertes” de la alimentación de los policías, porque muchas veces el mate con bizcochos sirve de desayuno y almuerzo.

 
Coraceros sin panzones

A diferencia de los militares, que reciben alimentación en los cuarteles o destinos y tienen el ejercicio como parte obligatoria de la instrucción, un policía de comisaría por ejemplo, no puede acceder al ejercicio físico externo, ya que ello le obligaría a tener que pagar cuotas, que representan entre un 12% y un 15% de su sueldo.

La propia institución hoy, aunque se anuncia un nuevo plan con gimnasia, no cuenta con pertrechos ni logística para que un policía haga ejercicios.

Salvo las unidades militarizadas, como por ejemplo el cuerpo de Coraceros (donde difícilmente se vea un panzón) las demás unidades en realidad no poseen infraestructura para que los efectivos policiales hagan ejercicio.

La obesidad hoy en el cuerpo policial está presente, y los mandos no poseen herramientas para encarar el problema en forma seria, más que encontrar destinos “suaves” para los obesos y dejar las tareas de corretaje de delincuentes a los más ágiles.

Quienes hemos visitado otros países, sabemos que ver un policía gordo es algo prácticamente imposible, sea donde sea. Iinclusive en algunos países, los efectivos sometidos a pruebas físicas y con bajo rendimiento son hasta dados de baja, algo que aquí en Uruguay es impensable, en la medida de que el policía es un funcionario público.

¿Quien tiene la culpa?
La pregunta obligada es si realmente los policías obesos o panzones son los culpables.

Yo creo que en esta problemática hay varios factores que inciden, el sedentarismo (los policías solamente son exigidos físicamente en situaciones de persecuciones de malvivientes que son las menos), el resto del tiempo el efectivo pasa sentado en el móvil patrullando al paso o en la comisaría, los malísimos sueldos que no les permiten una alimentación correcta así como por ejemplo solventarse un club para hacer deportes (claro que aunque dispusieran del dinero habría que ver en qué momento pueden concurrir a hacer deportes), y por último, la falta de conciencia en los mandos ministeriales de esta problemática, cada día más grave.

En el club del barrio

Desde mi modesto punto de vista, una buena solución, sería destinar una partida ministerial para que los policías puedan hacer ejercicios físicos en los clubes de la zona, pero dentro del horario de trabajo. Podría ser a la entrada o a la salida para no afectar el servicio.

De esto modo un efectivo de la 10ma. Podría concurrir al Bohemios o al Banco República, un efectivo de la 1ra. haría lo propio en el Neptuno, y así sucesivamente de acuerdo a la zona en que el policía trabajara.

No hay que ser egresado de la EDA para pensar en una negociación masiva con los clubes con convenientes precios de las cuotas por cantidad de asociados.

Claro que de encarar un esfuerzo de este tipo, entonces sí debería exigírseles a los policías rendimientos físicos aceptables o acordes al nivel de desempeño.

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