Por Marcelo Stilenato
Marcelo Tinelli encontró el secreto de la eterna juventud televisiva. Logró transformar la materia descartable en germen de interminables polémicas mediáticas. ShowMatch es el centro de gravedad y desde allí se irradia la energía con la cual se nutre y orbita a su alrededor un número siempre variable de planetas (léase programas) parásitos. Necesitan esa ración cotidiana para mantenerse y, de paso, realimentar a su fuente originaria.
Lo que se vive hoy en ShowMatch es el aprovechamiento máximo de la nada misma como objeto de atención. Lo que ahora se reproduce todos los días en términos de escandalete potenciado hasta en el mínimo detalle (el "caso Tito" es el ejemplo más reciente) es la manifestación superadora de una práctica que se remonta a los tiempos de VideoMatch : sacarle todo el jugo posible en el momento a una situación llamativa o a algún personaje con llegada directa al público, y siempre en el momento oportuno. Tinelli prueba, tira muchas líneas simultáneas y siempre sabe sacarle provecho a alguna con envidiable habilidad y con sus recursos de notable animador. Mezcla intuición con un método imperceptible de ensayo y error, que funciona con éxito desde hace 20 años.
La historia la escribieron Figuretti, Rossi (marido de Iliana Calabró), Riquelme, Hoppe y tantos otros. Todos cumplieron su ciclo, como también ocurrirá con Ricardo Fort y el juego de sus novias, vulgar vuelta de tuerca de reality shows al estilo de The Bachelor . Tinelli se mantiene con ellos, pero necesita renovarlos para asegurarse la supervivencia.
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