Editorial

Con acierto el senador Ope Pasquet reivindicó a la historia uruguaya por la riqueza de los hechos que la conforman, y porque simplemente constituye un razonamiento sincero, equilibrado y esencialmente justo, al criticar a una obra de arte que por estos días representa al Sol de nuestro pabellón patrio con un moretón en su ojo.

La artista que expone su obra en el Salón Subte de Exposiciones de la Intendencia de Montevideo, pretendió –así lo explicó- evidenciar el concepto de que “Uruguay es un Estado sin Nación” y que eso fue el fin del moretón en el ojo del Sol: la protesta. La idea de la artista Anaclara Talento, es que su obra reivindique la gesta de 2010 de la Selección Nacional de Fútbol, la cual, para ella, no tiene precedentes.

Sobre la posición de Ope Pasquet no ahondaremos porque su columna en estas páginas lo dice todo.

Por nuestra parte, y respetando enteramente la libertad de expresión, y dado que el arte no es más que eso, una de las tantas formas de la expresión, honestamente creemos que es bueno que se la haya expuesto en el Salón Municipal de las Artes Plásticas, aunque merezca el más profundo de nuestros rechazos.

Esta artista no debe ser mirada con desprecio, más bien, todo lo contrario, debe ser apreciada en el riesgo de su posición y en el marco de la sana crítica, con el fin de oponernos a lo que hace o dice con argumentos; la crítica, para ser válida, primero debe partir de un contexto muy determinado vinculado con la esencia del propio artista, es decir, con el marco de su vida, su obra, su ser colectivo y, porque no, otra vez parafraseando a Ortega y Gasset, “sus circunstancias”.

Y a este punto es que dedicaremos nuestra perspectiva: el ojo con moretón que Anaclara Talento representó en el pabellón nacional, como si se tratara de la sociedad uruguaya de los muertos vivientes.

Yendo a lo suyo, digamos que esta artista integra la denominada “Toll Gallery Contemporary Art Gallery”, que trata de un agrupamiento o núcleo de artistas que para sobresalir, más allá del contenido de sus obras, apelan al sentido publicitario del contenido de sus mensajes como método de expresión.

Allá por marzo de 2009 irrumpieron en la opinión pública uruguaya utilizando contenedores de la vía pública (sobre la calle San José) para manifestar sus artes. Pretenden, en un contexto de avanzada intelectual, desplegar su juventud como un canal de paso para hacer lo que se les ocurre.

Y se nos ocurre ahora a nosotros, apenas –y como decíamos líneas arriba- en el contexto de la sana crítica, pedirles que antes de opinar o decir lo primero que les venga en ganas, en una lógica de protesta por protestar, pensar que la historia nos ha dado a todos una enseñanza fenomenal: la “celeste” no es tal por sí misma, ni siquiera por tratarse de un sentimiento nada más que contemporáneo que por sí mismo habría sido válido, la “celeste” es algo más que eso, es la rebeldía de haber sido lo que ya no se es, y la valentía –diferencias mediante- de poderse mirar en un espejo, incluso, para superarlo o tomarlo como referente.

La protesta debe ir más allá del todo que rodea al artista; la protesta debe instalarse en la sociedad, y como decía Don Alfredo Zitarrosa (alguien con quien compartimos mucho y discrepamos mucho), debe venir “desde el pie”. De lo contrario, el arte puede transformarse en farsa buscando notoriedad: eso, precisamente, es uno de los objetivos de la publicidad.

Pero eso no es arte.

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