OSOOO…

Por Chico La Raya
La solvente y avasalladora Ana Olivera, futura Intendenta de Montevideo (como ligó la petiza ché, dejó al pelado Martínez en la cola de Mac Donalds con el cucurucho en la mano esperando que le sirvieran el helado) presentó a su gabinete de gobierno.
La presentación no fue del todo feliz para algunos dirigentes frentistas, por dos razones: algunos nombres propuestos y siete puntos en los que la orgánica del FA no está de acuerdo en materia de la nueva estructura de la Intendencia (Divisiones, Secretarías, etc.).
Entró pisando fuerte doña “MontevideANA” y marcando la cancha contra el aparato de su coalición política, que ya manifestó su descontento con algunas de sus decisiones.
No es fácil dejar contentos a todos, fundamentalmente porque en el seno de esa fuerza política conviven (a veces con poca armonía) grupos políticos antagónicos que no pueden evitar mirarse “torcido” y algunas veces expresar su rabia.
Volviendo al tema de Ana Olivera y Daniel Martínez, recuérdense las palabras del actual senador en Facebook, bien calenchu por el despojo del que fue objeto, tras un acuerdo entre el MPP y los bolches, que lo dejaron mirando la Intendencia desde la calle Ejido.
VOTAR A TODOS LOS QUE RAJEN
De todos modos no sé hasta cuando los montevideanos seguirán votando “al candidato del FA” aunque le presenten al Pato Donald, ya que la última votación fue desastrosa en la capital (la comparo con las anteriores de Arana y Erlhich).

Lo cierto es que la cosa está que arde en el palacio municipal, y la morocha Intendenta (la actual….la linda, Iarita ) ya se quejó, porque dice que el tiempo de transición es poco.
Ana Olivera no es una mujer política. Vaya uno a saber qué componendas se habrán activado para presentarla como candidata única del FA, pero de todos modos esta actitud de tomar distancia con la orgánica es un mal síntoma.
Hace unos 21 años (1989) yo integraba la comisión administradora del complejo Euskal Erría 71, eran tiempos duros en los que esos lugares (sindicatos, gremios, comisiones, etc.) les eran casi exclusivos a gente de izquierda, aunque yo había logrado posicionarme en esa comisión junto a mi madre (otra veterana dirigente batllista).

Con esfuerzo logramos inaugurar la biblioteca del complejo en el salón comunal, algo de lo que todos nos enorgullecimos en ese momento.

Algunas gestiones hicieron que el entonces Intendente de Montevideo asegurara su visita “pero no más de 5 minutos” había dicho Julio Iglesias (tercero en la plancha de la elección de 1984 del Partido Colorado) y sucesor de Elizalde un año antes.

Más de cien vecinos esperábamos la llegada “del Intendente” esa noche, con una biblioteca municipal desbordante de libros donados.

A las 8.15 dos autos negros pararon en la puerta de la biblioteca, de donde se supone bajaría “el Intendente”.

Así fue, los autos se detuvieron en la misma puerta de la biblioteca, en el corazón del complejo, descendiendo del primero de ellos el chofer para abrirle la puerta al Economista Julio Iglesias (que parecía Robert de Niro llegando a los Oscar).

Algunas miradas también se dirigieron a mí, porque a nadie escapaba de mi militancia en el mismo grupo político del Intendente, la Corriente Batllista Independiente – Lista 89. Algunos vecinos casi instintivamente esperaban al menos un saludo más o menos cordial con “el compañero” hacia mí, un referente de la 89 en el Complejo.
Mirando a Tinelli más recientemente y al personaje que hacía Leo, aquél recordado “Osooooooooooooo” cuando le extendía la mano a alguien y lo dejaba pagando, me hizo acordar a aquélla noche de invierno, cuando Julio Iglesias pasó frente a mí y me dejó con la mano extendida.
Mirá vos, yo pensé que esas cosas solo podrían pasar en el Partido Colorado.

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