Valores culturales de la cosificación de la vida y las
personas
Hablar de la cosificación de la vida y de los seres
humanos no es secreto para nadie. Se viven momentos históricos de pleno
jolgorio de las estadísticas, los números, los indicadores cuantitativos y
cualitativos. Una racionalidad irracional crea, fragmenta y alimenta las expresiones más abstractas sobre la vida y las personas, masificando el
marasmo alienante.
No es la
primera vez, y seguramente no será la última en comprobar que en este sistema
de vida basado en el capital, el “dios amarillo”, se depura el ejercicio del culto pagano a la
mercancía, diosa poderosa que ha logrado la transformación de todo lo humano en
algo que se puede comprar y vender. Y no ha sido una operación grosera sino
llena de eufemismo, metáforas y sutilezas.
Capital y mercancía operando con sutilezas religiosas no solo han
impregnado, sino creado toda una cultura con una concepción del mundo y la vida
especial y obviamente hegemónica.
Desde fines del siglo XIX cuando el capitalismo
ingresa a la etapa industrial produce profundos cambios en la sociedad y la
cultura. Clases sociales emergentes como la de los proletarios y burgueses,
crean sus propias pautas culturales y sus concepciones de vida y del mundo que
concluyeron por caracterizar toda la primera mitad del siglo XX. Y eso no solo
en los grandes centros de la producción mundial, sino que se extendió sobre
todo el tejido social sin excepción. Aún
en nuestros pueblos, parajes y barrios. Fue un tiempo en que valores como el
Trabajo se erigieron como horcones de la vida colectiva e individual.
Durante la segunda mitad del pasado siglo, el
capitalismo comienza a consolidarse en su fase financiera y junto a ello,
nuevos valores culturales, primero en forma incipientes, se instalan en
sociedades como la uruguaya. A principios del siglo XX, con el auge del modelo
de capitalismo industrial, se producen cambios sustanciales en la estructura
social y en la cultura, al menos en occidente. Surge, en forma incipiente el
concepto “consumidor” y nuevos conceptos de mercado. Aquel concepto técnico del
mercado como espacio físico donde se intercambian, compran y venden bienes y
servicios, pierde fuerza y se instaura paulatinamente la sociedad de
consumo, “economía de mercado”, con un
sistema ideológico cultural distinto y funcional a la expansión del capital.
Es el tiempo en
que lo “nuevo” sustituye lo “durable”. Se produce el advenimiento idolátrico de
lo nuevo como progresista y
revolucionario. Y el cambio permanente e
innovador en las conductas del día a día
de las personas y la sociedad. Y como
todo proceso cultural dialéctico, se decreta los funerales de lo durable como
antítesis de lo nuevo, por atrasar el reloj de la historia, conservador y reaccionario.
Proceso cultural donde emergen nuevas escuelas
artísticas y literarias. La burguesía se
consolida y produce las denominadas
vanguardias artísticas, sembrando allí también, en el espíritu de la
sociedad, valores de la incipiente
sociedad del consumo, con manifiestos instaurando la idolatría por lo nuevo, el
liberalismo individualistas. Es lo nuevo como ideología, ya sea en el campo de
la mercancía cultural o simplemente en
el mundo de la mercancía general. Es lo nuevo, el buque insignia de la
producción incontrolada de todo tipo de cosas y mercancías. El desarrollo de
las tecnologías de la comunicación y la información han posibilitado al sistema
globalizado capitalista, en esta primera década del siglo XXI, la producción
incontrolada, no solo de mercancías, sino
de todo tipo de mensajes, símbolos y signos. La publicidad y propaganda
impone lo superfluo como necesidad, lo nuevo y la innovación como paradigma.
El desarrollo del mercado convierte en mercancías simbólicas la
sexualidad, los viajes, la música, el cine, las obras artísticas, el libro, la
salud, la educación, el cuerpo, la
felicidad, la alegría, “el buen pasar”, y hasta la solidaridad. La venta de
sueños revestidos del nuevo coche, un nuevo pantalón, el nuevo disco compacto
(poco importa de quién), el nuevo celular, las nuevas nalgas y senos de
silicona-
En síntesis, es
la brutal y despiadada embestida de
mercantilización de la vida, haciendo de los seres humanos simples
máquinas de desear lo insustancial; de la necesidad de lo superfluo; de
lo superficial como símbolo; de la ignorancia programada como liberación del
conocimiento y la sabiduría; etc.
Detrás de la cosificación de la vida y los seres
humanos asoman sin ser invitados los fantasmas de la degradación, la
amoralidad, la violencia y los antivalores. No se puede criticar éstos
demonios, sin realizar un análisis crítico del sistema que lo abriga.
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