Para blanquearse, editan libro crítico del Che

Por estos días, cuando se cumplen 84 años del nacimiento de Ernesto Guevara de la Serna en Rosario, me enteré de que sale un libro echando algo de luz sobre su pensamiento crítico con el marxismo ortodoxo y sus dogmatismos, sus observaciones agudas nada condescendientes que le agenciaron más de un problema con los poderes soviéticos y cubanos, además de diversos apuntes sobre obras de filosofía que hizo a lo largo de su vida (*). Mi sorpresa fue enorme cuando supe que la compilación de dichos escritos la publicaron justamente los verdugos de ese modo crítico de pensar del Che y completamente prohibido por el establishment de entonces, el mismo de hoy pero con otro collar. Los detractores de su coraje y de su visión discordante con el poder de entonces son quienes hoy lo adulan y se prestan como altavoz de sus acotaciones, cuando ya parece ser un poco tarde, por Ernesto obviamente, pero también por Cuba, con tal desfachatez y escaso apego por el pudor, que casi da vergüenza ajena; un camión de pundonor no sería suficiente para aprovisionar la cantidad básica a estos espíritus. El trabajo no hace referencia a las más que múltiples manifestaciones de profundos enfados y desencuentros con los que imponían estas ideas, y aunque no hace mención de modo especial a los inconvenientes que ello le acarreó con la dirección del Partido de los Soviets y por consiguiente con la propia dirección de la Revolución Cubana (una cosa es coquetear con el cambio y otra bien diferente es hacer una verdadera autocrítica), sí que permite diversas interpretaciones en ese sentido. Más allá de utilizarlo para comenzar su andadura hacia las excusas a que asistiremos por parte de quienes ostentaron el poder estas décadas y la exoneración de la imagen para una eventual sociedad pos dictatorial, los motivos oficiales parecen pasar por intentar un acercamiento al marxismo crítico, ahora que Cuba lo precisa más que nunca según dice su compiladora, y para encarnar tal tarea nada mejor que el espíritu de Guevara que fue la dialéctica misma, el anti enmohecimiento y hermetismo de cualquier teoría, la encarnación del cambio, del aporte; pero sobre todo el coraje para hacerlo cuando se precisaba más allá de lo afín que se pueda estar con sus ideas. Este libro y el esclarecimiento de las mentes de sus precursores parecen haber llegado con un poco de retraso. Dificilmente se pueda encontrar a alguien en toda la isla no ligado de algún modo al gobierno ni al Partido, que muestre algún tipo de interés por la continuación del modelo socioeconómico impuesto por la Revolución; es tal el rechazo a la jerga politica, que la gente por no escuchar el sufijo "ismo" recibido en estos años en dosis desporporcionadas, no desea siquiera oír la palabra capitalismo. Resulta asombroso que entre los que apadrinan este trabajo se encuentre Armando Hart, tantos años ministro de Cultura, quien escribió Cambiar las reglas del juego donde se esboza una adulación obsecuente del espíritu de una frase de Fidel que fue adoptada como dogma respecto del arte y la cultura, a saber: "Dentro de la Revolución todo; fuera de la Revolución nada" , con la que se justificó la genuina manera de entender la revolución cultural cubana, con su amplísimo espectro de prohibiciones, censuras, purgas y podas, en la cual de las primeras cosas que se prohibió y con muchísimo rigor, fue la obra de León Trotsky propuesta precisamente en este trabajo del Che, como ejemplo de lo que Cuba debería publicar desobedeciendo los rígidos dictámenes del PCUS (Partido Comunista Soviético). ¿Recibirán las correspondientes excusas todas aquellas personas que dentro de Cuba tuvieron el desafortunado arrojo de apoyar las ínfulas rebeldes e independientes del inconforme Ernesto y que fueron defenestradas, o como se decía eufemística y coloquialmente "tronadas", por osar llevar la contra a las indicaciones de las máximas instancias? Todo puede ser, y nunca es demasiado tarde para hacerse con una cuota de razón, está bien incluso cuando la adopción de ésta es lo más acorde con los tiempos y resulta altamente recomendable para permanecer sobre la cresta de la ola. Pero hacerse con un ramo de dignidad es algo muy diferente, a ello no se accede por medio de la conveniencia. No daba crédito cuando vi quienes publicaban el trabajo (**), porque creo que era un trabajo necesario, pero que lo debían protagonizar quienes siempre creyeron en esas posiciones críticas, quienes defendían que la obsecuencia con la dirigencia del PCUS era la perdición de la Revolución, por quienes defendían el debate, la polémica y la innovación, no justamente sus detractores, de ellos espero que defiendan sus posiciones herméticas, cerradas, que continuen justificando el servilismo y la opacidad. Pero claro, si pretendiese asistir a la defensa de los valores y los criterios que respaldaron durante medio siglo quienes se creían eternos, si esperase verlos caer abrazando sus convicciones, mejor sería que fuese reservando cómodos asientos con refrescos y palomitas de maíz, en cualquier sala más o menos clásica de cine de barrio donde proyecten alguna de "cowboys". (*) Apuntes filosóficos, fue editado por el Centro de Estudios Che Guevara y la Editorial Ocean Press. (**) N. del E.: La compiladora de estos trabajos de Ernesto Guevara, María del Carmen Ariet, trabajó con los archivos personales del guerrillero argentino que le fueron facilitados por su hija, Celia Guevara, ardiente defensora de Fidel Castro y del statu quo cubano.

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