Uruguay conmemora en 2012 los cien
años de la creación de los liceos departamentales. La decisión del gobierno de
Batlle y Ordóñez fue un importante avance en la educación pública de nuestro
país, pero fundamentalmente fue un hito en la descentralización, la igualdad de
oportunidades para los ciudadanos del aquel interior tan lejano. Gran ejemplo
de política de verdadero desarrollo social.
El 5 de enero de 1912 el Poder
Ejecutivo promulgó la ley de creación de los liceos departamentales,
estableciendo: "Créanse 18 liceos de Enseñanza Secundaria que se
instalarán en las capitales departamentales donde exista, a juicio del Poder
Ejecutivo, población escolar suficiente para justificar su instalación".
Ese año mismo, se fundaron 12 centros
que funcionaron en casas de familia. La enseñanza secundaria iba de primero a
cuarto año y a partir de allí rápidamente se desarrollaron liceos en todo el
país.
Aquella educación vareliana con los impulsos
dados en gobiernos como en el de Batlle y Ordóñez, o en el de Luis Batlle
Berres, cuando se fundan los Institutos Normales en todos los departamentos, se
fortaleció al punto de que uno de los orgullos nacionales era precisamente, el
prestigio internacional de la calidad de la educación pública, laica y
gratuita.
Acciones de gobierno comparables a
éstas, la historia (si es justa y bien contada) solamente encontrará en el
gobierno batllista del Dr. Julio M. Sanguinetti con la reforma liderada por el Prof.
Rama y la creación de los CERP (Centros Regionales de Profesores)
En esta centenaria conmemoración, los
batllistas nos llenamos de orgullo, por el pasado de construcción del Uruguay
batllista, feliz y justiciero. Pero a la vez entristecidos por la situación
decadente de la educación pública.
Liceos que aún hoy están comenzando
en forma bastante precaria las clases, fundamentalmente por el estado ruinoso
de sus instalaciones edilicias. Con pérdidas de más de treinta días de clase,
las que todavía no sabemos cómo las van a recuperar.
Y el problema no está radicado en la
falta de recursos económicos, pues nunca antes hubo tanto dinero asignado a la
enseñanza.
Hay un grave problema de gestión,
como quedará demostrado en el llamado a sala al Ministro de Educación y a los
jerarcas de la ANEP.
Y los problemas de gestión parten de
una mala ley de educación, aprobada en 2010, durante el mandato del Dr.
Vázquez. En ella se discutió mucho más sobre la autonomía (léase independencia
de todo gobierno) y sobre el reparto de
poder en la dirección de los Consejos. Allí se estableció la representación de
los docentes en los Consejos, que luego al integrarse se designaron delegados
sindicales no representantes de los docentes.
Lo mas importante es lo mas grave
Y los más grave de la situación no es
el ruinoso estado de los centros educativos, lo peor son los resultados del
sistema. Medido en deserciones y repeticiones y medido en conocimiento en áreas
fundamentales.
Las pruebas PISA, tienen por objeto
evaluar hasta qué punto los alumnos cercanos al final de la educación
obligatoria han adquirido algunos de los conocimientos y habilidades necesarios
para la participación plena en la sociedad del saber. Son aplicadas cada tres
años. Examinan el rendimiento de alumnos de 15 años en áreas temáticas clave y
estudian igualmente una gama amplia de resultados educativos, entre los que se
encuentran: la motivación de los alumnos por aprender, la concepción que éstos
tienen sobre sí mismos y sus estrategias de aprendizaje. Se mide el aprendizaje
en la lectura, en matemáticas y en
ciencias.
Cómo luchar contra el abandono
escolar
EL OBSERVADOR publicó días pasados
las cinco indicaciones de la OCDE para que las escuelas traten de evitar el
abandono prematuro de las aulas.
La OCDE plantea cinco medidas para
que las escuelas traten de evitar el abandono prematuro de las aulas. No
obstante, reconoce en primer lugar que no todo está en la mano del sistema
educativo, y que gran parte del abandono escolar se puede explicar por motivos ajenos
a la escuela, como la pobreza o el lugar de residencia.
Evitar la repetición de curso
La primera recomendación es eliminar,
o al menos reducir, la repetición de curso. El informe cita estudios que
constatan que la repetición no es eficaz en su objetivo de asegurar unos
conocimientos mínimos para todos los alumnos. En su lugar, habría que apostar
por estrategias alternativas: encarar las deficiencias educativas durante el
propio año escolar; fomentar la promoción automática dejando, en todo caso, que
el alumno vuelva a cursar las asignaturas suspendidas el año anterior, pero
proveyéndole de ayuda específica (así se hace ya en Estados Unidos, Canadá y
Nueva Zelanda); cambiar la cultura de la repetición, muy extendida entre los
profesores –sobre todo en Francia, España, Portugal, Holanda y Bélgica–, y para
ello cualificarles de manera que se enfrenten con solvencia a clases con
alumnos con niveles muy heterogéneos.
También se puede optar por
flexibilizar la estructura del año escolar o de la carga lectiva. En concreto
la OCDE hace referencia a las Saturday Schools o las Summer Schools, que ya
funcionan en algunos países. Otra medida necesaria sería la enseñanza de lo que
el informe llama “habilidades metacognitivas” (motivación, disciplina,
paciencia, autoestima, etc.), y que no es otra cosa que la formación del
carácter. Además, se pueden ofrecer al alumno otras formas de terminar la
educación secundaria. La OCDE pone como ejemplo a Holanda, que gracias a la
diversidad de su oferta consigue que la repetición baje de un 20% en Primaria a
un 5% en Secundaria. Aquí, la OCDE contradice su planteamiento de “educación
comprensiva”.
El problema de estas recomendaciones
es que implican una atención más personalizada, lo que supone más número de
profesores y por tanto más dinero. No obstante, la OCDE recuerda que los gastos
derivados de la repetición de curso suponen más de un 8% de todo el gasto en
eduación primaria y secundaria en Portugal, Holanda y España, donde llega hasta
el 14%. Además, más allá de lo económico, la OCDE considera que la repetición
suele dejar una huella de desmotivación en el alumno, que le afecta incluso a
largo plazo. Por eso, si se decide hacer repetir curso a un alumno, se deben
valorar todas las circunstancias, y no solo sus calificaciones. Esto ya se hace
en Bélgica, Italia, Holanda, Finlandia y Reino Unido, entre otros.
Retrasar la separación por niveles
La segunda recomendación es retrasar
la separación de los alumnos hasta el final de la primera etapa de educación
secundaria (lower secondary education, la ESO en España). La OCDE considera que
cuanto más tarde se produzca la separación, más tiempo tiene la escuela para
equilibrar las desventajas con las que parten los alumnos desfavorecidos.
Además, advierte del riesgo de caer
en el círculo vicioso de las bajas expectativas respecto de los grupos
retrasados: el profesor está desmotivado y la formación de los alumnos se
resiente.
El problema en este caso es que, al
poner el énfasis en las desventajas, se pierden de vista las preferencias, los
talentos y las capacidades de cada estudiante. Por otro lado, el informe no
parece tener en cuenta el problema de los alumnos que han decidido que no
quieren estudiar más, y que frecuentemente suponen un freno para todo el
proceso educativo. Este tipo de estudiantes se encuentran sobre todo en los dos
últimos cursos de la ESO, de ahí que una de las medidas propuestas por el nuevo
gobierno español haya sido el adelantar un año la elección de itinerario. Esta
propuesta responde de manera realista a un fenómeno que lastra la educación
española.
La OCDE pide, al menos, que si se va
a permitir la elección temprana se establezcan los mecanismos de flexibilidad
necesarios para que la decisión sea revocable y no condicione de manera
definitiva la trayectoria educativa del alumno. Propone que las divisiones del
alumnado por niveles –algo que de entrada no gusta a la OCDE– se circunscriban,
en el caso de darse, a unas asignaturas y un plazo de tiempo específicos. La
OCDE habla en concreto de separar solo en las materias llamadas
“instrumentales”: lengua y matemáticas.
No puede seguir ocurriendo, comenta
el informe, que los profesores más experimentados no dediquen nada de su
experiencia a los alumnos con desventajas. Para que esto cambie, los sistemas
educativos deben de atraerlos con incentivos profesionales y también
económicos.
Supervisar la elección de centro
La OCDE alerta sobre los posibles
efectos negativos de que las autoridades educativas se inhiban totalmente del
proceso de elección de centro. Esto puede provocar que se creen guetos
educativos, y que la brecha entre los alumnos desfavorecidos y los demás
aumente. Por ello, el informe apuesta por buscar un mecanismo que combine la
libre elección de centro con alguna forma de control, aunque no especifica cuál.
Otra forma de conseguir el mismo
objetivo es hacer que los alumnos aparentemente menos atractivos se vuelvan
apetecibles para los colegios vía incentivos económicos para los centros que
los admitan. Por otra parte, habría que esforzarse en que las familias menos
aventajadas accediesen a la información necesaria para poder elegir colegio con
conocimiento de causa.
En cuanto a la financiación, se hace
necesaria, según la OCDE, una revisión de los criterios de financiación
pública, en la escuela estatal o en la privada concertada. En este punto abogan
por una forma de discriminación positiva, que consistiría en adecuar la
cantidad de fondos asignada a las necesidades reales de cada colegio: se
tendría en cuenta, por ejemplo, que el centro se encuentre en un barrio de bajo
nivel socioeconómico o con mayor población inmigrante. A la vez, se debe
avanzar en el camino de la subvención de la etapa pre-escolar, aunque la actual
coyuntura económica no anime a grandes gastos.
Itinerarios alternativos de educación
secundaria superior
Si, según la OCDE, la lower secondary
es el tiempo de la comprensividad, la superior tiene que ofrecer al alumno
diferentes cauces para obtener el título. Además, se debe tratar de que esas
rutas alternativas –la formación vocacional o profesional– sean equivalentes en
calidad a las tradicionales. A ello ayudaría favorecer la posibilidad de pasar
de un itinerario a otro. En esta dirección se han movido los últimos cambios en
el sistema educativo español.
El problema que enfrenta esta reforma
de la educación secundaria superior es que pretende admitir a un alumnado más
heterogéneo sin devaluar el calificativo “superior”, es decir, sin perder en
calidad. Pero para que esto ocurra, forzosamente tendrá que emplear más años en
la formación, cuando la razón principal por la que muchos estudiantes abandonan
la escuela es simplemente porque no quieren pasar más años en el sistema
educativo.
Discriminación positiva
La OCDE constata en su informe que en
la gran mayoría de los países examinados los malos resultados se concentran en
algunos centros. Muchas veces, las causas de estas diferencias entre escuelas
se encuentran fuera de las propias escuelas, pero aún así el sistema tiene que
hacer algo por socorrer a estos centros.
Para ello propone otras cinco
medidas.
La primera es fortalecer la dirección
en los colegios. El informe señala que “frecuentemente los directivos en las
escuelas no están bien seleccionados, preparados o apoyados para ejercer sus
funciones dentro de la escuela”. Propone una revisión de los programas de
capacitación para directivos, unos programas que en España ya están empezando a
funcionar en Cataluña. Suponen un paso adelante en la profesionalización, y
despolitización, de los cargos educativos.
Por otra parte, la OCDE sugiere que
en ocasiones será necesario dividir un centro en dos, fusionar dos o eliminar
alguno que no esté dando resultados.
La segunda es fomentar un clima en
los centros que favorezca el aprendizaje. Aquí, vuelve a ofrecer la posibilidad
de adaptar el año escolar y las cargas lectivas a las necesidades propias del
centro. Además, señala la eficacia que supone contar con un sistema de
seguimiento de cada alumno y de la orientación personalizada (tutorías).
El tercer punto es atraer, apoyar y
retener en el centro a los mejores profesores. La formación debe ser constante,
adaptada al entorno concreto en el que se va a desenvolver, y estimulada por
incentivos de distinta índole.
Por último, en las escuelas que
parten con desventajas resulta especialmente importante evaluar frecuentemente
si las estrategias de aprendizaje en el aula están dando resultado o no.
También es especialmente importante en este tipo de centros el contacto con los
padres y el resto de la comunidad educativa.
No obstante, todas las recetas que la
OCDE aplica aquí a las escuelas desfavorecidas pueden servir igualmente para el
resto de colegios. El reto es conjugar la “inclusividad”, que en estas escuelas
se hace más patente, con la calidad en la educación.
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