CUANDO GANA EL OLVIDO



Ante el fallecimiento de Ricardo Lombardo a los 95 años.


Manuel FLORES SILVA
Profesor de Literatura. Fue director de la revista Posdata y del semanario Jaque. Senador (1985/1990)

El pasado 25 de enero falleció, a los 95 años, don Ricardo Lombardo. Ayer, 7 de febrero, previo a su partido por la Copa Libertadores, el Club Defensor le hizo el correspondiente homenaje. Don Ricardo fue Directivo de Defensor muchas veces. Durante muchas décadas Lombard...o fue Jefe de Deportes del diario El Día. Estuvo muy vinculado políticamente con don César Batlle. En su condición de batllista fue Convencional del Partido Colorado y también presidió la Junta Departamental de Montevideo. Su personalidad tanto en la política como en el deporte generó a lo largo de décadas el respeto de la sociedad en que habitó. El fútbol representó durante el país del éxito una metáfora de ese país. Ese país del éxito existió y fue trascendente. Un Estado del Bienestar que se fundaba en la distribución de la dignidad nacional, no en el populismo del contrato actual de darle dinero a los pobres con tal de que se mantengan pobres y al mismo tiempo se los pueda hacer pasar por no pobres en la estadística de pobreza. Aquel era un país donde la educación integraba socialmente y no aumentaba la desintegración y la desigualdad social como actualmente. Basta tomar en cuenta el dato incontrovertible de hoy de que el 70% de los jóvenes provenientes de los hogares del quintil más alto (el 20% de los ciudadanos con más altos ingresos) terminan la educación secundaria, mientras que en el quintil más pobre (el 20% de los ciudadanos con ingresos más bajos) sólo terminan liceo el 7% de los jóvenes. Un joven proveniente de un hogar de bajos ingresos tiene 10 veces menos oportunidades de terminar liceo (luego, de conseguir un trabajo digno) que un joven proveniente de un hogar acomodado. Es decir, hay más desigualdad en la educación que en la distribución del ingreso en el país, de modo que la educación no cumple la función igualadora que siempre cumplió sino que reproduce desigualdad y, peor aún, la aumenta. La educación, al cabo, es un gran desarticulador nacional, sin tener en cuenta que los contenidos de la misma, contribuyen al mismo objetivo de desnaturalización nacional. Claro, era un país republicano y no antirrepublicano como deriva del signo político de la fuerza que nos gobierna. No, era otro país. En ese país también el fútbol fue una construcción social. Cuando la década del éxito de 1920-1930, así como se hacía el Palacio Legislativo o el Palacio Salvo, se hacía la legislación política, social y cívica más adelantada del planeta. El Presidente de Nacional era el Ministro de Industria del Batllismo, Atilio Narancio, el Presidente de Peñarol era el relevante dirigente batllista, en aquel momento, Julio María Sosa, el Presidente de la AUF era el hijo de Batlle, don César Batlle. (Don César fue no solo Presidente de la AUF cuando Uruguay fue campeón en Colombes, sino también cuando fue campeón en Maracaná). Así salimos campeones olímpicos. La crónica de las proezas de los uruguayos en los campeonatos olímpicos la publicaba El Día, que había mandado a un sobrino de Batlle y Ordóñez como único enviado especial uruguayo a dichos eventos. La operación de inventar el Campeonato Mundial la hizo la embajada uruguaya en Paris (batllista el embajador) quién convenció a Jules Rimet de hacer el primer mundial en un país lejano y desconocido. El Estadio Centenario lo construyó en seis meses el batllista Director de Paseos Públicos de la Intendencia, el arquitecto Scasso (con estudios en Europa) y se inauguró el día del Centenario, que no fue otro que el 18 de julio de 1930. (Hoy los éxitos deportivos uruguayos devienen de que ningún jugador de la selección juega en Uruguay, es decir, reciben el entrenamiento para la alta competitividad, así como los salarios, propios de otras sociedades. Todo apoyado en la incorporada vocación futbolista de la sociedad uruguaya injertada hace más de 100 años. Nuestros futbolistas no egresan de nuestra sociedad, más que por vocación y genética; luego son producto de otras culturas deportivas que los prepara) CUÁL FUE EL PAPEL DE LOMBARDO Hasta los años 60 el papel del actual Director Técnico era muy secundario. Se le decía “Entrenador”, porque su función era más ordenar la disciplina para mantener a los jugadores entrenados físicamente. Muchas veces se apeló a la figura del “Seleccionador”. Alguna persona sobre cuyos conocimientos futbolísticos había consenso, que “seleccionaba” a los jugadores que iban a integrar el “Combinado”, que así se le llamaba a la selección. Una vez seleccionados, el entrenador los entrenaba. Lombardo, que era, reitero, Jefe de Deportes del diario El Día, fue Seleccionador del Combinado en la previa al mundial de 1954, de 1962 y Seleccionador también para el campeonato de América de 1959 en Guayaquil. Primer evento que recuerda con detalle –niño- el firmante de estas líneas y sus hermanos. Uruguay le ganó 5 a 0 a Argentina, 4 a 0 a Ecuador, 3 a 0 a Brasil y empató con Paraguay en el último partido 1 a 1. Uruguay fue el único equipo con más goles a favor que en contra (13 a 1) y se dio el lujo de dar la vuelta olímpica antes del último partido. Lombardo solía trabajar con su amigo de siempre Juan Carlos Corazo, abuelo de Diego Forlán, Director Técnico de la selección en 1962 y también, antes, campeón sudamericano como jugador (de donde le vendrá a Diego el sueño celeste). En la obtención del campeonato sudamericano de 1987, Lombardo, que integraba el Consejo Directivo de la AUF, presidió la delegación. Para entender la relevancia de Lombardo hay que darse cuenta que se formó con la vieja guardia autora del primer renombre de Uruguay en el fútbol mundial. Con su partida, se va el último hombre de aquel tiempo de gloria. Aprendió de Don César Batlle las claves del éxito que fue la señal de aquel tiempo. Contó los campeonatos olímpicos y el primer mundial en un libro exquisito: “Donde se cuentan las proezas. Fútbol uruguayo 1920-1930”. Cuándo leí ese libro quedé maravillado -yo dirigía Posdata- y me reuní dos veces, largamente, a conversar (a escuchar) a Lombardo. Él estaba en la dirección del Museo del Fútbol. Aprendí mucho en esas dos charlas. Lombardo ya no era el jefe severo de El Día, sino un abuelo bonachón, lleno de sabiduría. Que lo hacía a uno revivir los tiempos de la gran construcción. El libro deja bien a Nacional, aunque siempre me pareció que le tiraba más Peñarol. Todo irrelevante, pues lo que le importaba era Defensor. LA CONSTRUCCIÓN DEL OLVIDO El país del éxito tuvo memoria. Se dio cuenta que la memoria de los éxitos es una clave para el futuro. El Archivo de la Palabra del Sodre, por ejemplo, se creó en 1931 y registró la palabra de todos (políticos, artistas, visitantes al país, etc.) mientras duró el éxito. Justamente, cuando el país dejó el éxito, en 1955, curiosamente, el Archivo dejó de tener el dinamismo que tenía y pasó a ser un lugar semimuerto, donde ahora se refugia un periodista batllista al que la politización corrió de las radios oficiales del Sodre. El abandono de la cultura del éxito supone la desmemoria sobre las claves del mismo. Lombardo, cruza entre deportista y político, era portador de las claves que hicieron al éxito nacional. Sin embargo, para las autoridades del Partido Colorado, no se murió nadie. Ninguno fue al velorio ni al entierro. Ni registró nada. Ni siquiera en atención a su hijo, Ricardo Lombardo, ex diputado batllista, ex subsecretario del MGAP batllista, ex Director del Banco Central batllista, ex Presidente de Antel batllista. No. Sin memoria el Partido Colorado seguirá daltónico al Batllismo. Ricardo (hijo): no te preocupes, vendrán nuevos tiempos, en que se reconocerá a la gente de valía e, incluso, Sanguinetti no podrá oponerse más (como lo ha hecho durante 19 años a través de sus delegados en las diferentes comisiones de nomenclator y de sus ediles) a una calle que recuerde a Maneco. O tratar de que ella sea lo más insignificante posible (aunque ello será tema de otro artículo). Vendrán tiempos diferentes. En los actuales los dirigentes colorados de los últimos 20 años ignoran las claves que hicieron grande al país, han perdido todo lo que la historia puso en sus manos y continúan como aquellos mayas que relata la antropología que hace 50 años seguían haciendo un rito del cual se había perdido el significado y no sabían lo que hacían. No son republicanos, no saben lo que es ser republicanos, que fue la esencia del Batllismo. Y no solo del Batllismo. Wilson o Frugoni fueron grandes republicanos. Amigo, el rencor no triunfa porque piensa chiquito. Días vendrán republicanos. Que valorarán la vida de un hombre austero al servicio de la República como fue tu padre.

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