Una tarea de todos, ¿lo sabrá el Presidente?


Andrea MADDALENA
Ingeniera Agrónoma

Leyendo los aportes que Oppenheimer plantea sobre la educación en su último libro, me remonté a mi época de estudiante universitaria, increíblemente ya han pasado 20 años y  sigo escuchando sobre las mismas dificultades e inequidades existentes en los diferentes sistemas educativos de nuestro país. Hay muchas variables que describen las carencias educativas que padece nuestra región desde hace décadas, pero el convencimiento de que la educación es una herramienta para reducir la pobreza y  consolidar un desarrollo sostenible es prioritario para trabajar en mejorar su calidad y su universalización.
Cuando se describe sobre la obsesión iberoamericana de recurrir a la historia permanentemente para refundar modelos políticos y justificarlos, sin provocar ningún cambio significativo, nos sentimos parte de dicha realidad. Uruguay, en estos últimos años, se ha sumado al resto de los países latinoamericanos que siguen sintiéndose víctimas de hegemonías que actualmente resultan virtuales, y nos inmovilizan para invertir en innovación en infraestructura, en el ámbito jurídico y académico de todos los niveles educativos. La historia nos hace soberbios y verdaderamente torpes.
Países como Finlandia, India, China, Singapur, Israel, Chile han invertido en educación pensando a largo plazo, involucrando a la sociedad civil organizada y al sector empresarial con la misma responsabilidad que los gobiernos y la clase política debe asumir para promover un necesario crecimiento económico acompañado de una mejora de la calidad educativa y una eficiente inclusión de los sectores marginados de la sociedad. Han reducido la  brecha entre las oportunidades y la demanda del mercado.
Crear un PIB educativo para medir el estado de la educación y su progreso anual no estaría nada mal, algunos sugieren considerar la tasa de escolaridad de cada país y los resultados PISA. También invertir en la educación preescolar; en la formación de calificados maestros jerarquizando la profesión docente; potenciar la educación familiar en valores y generar cultura familiar de la educación; internacionalizar nuestra oferta educativa, lo que posibilitará atraer inversiones de alta tecnología; aceitar los pactos a nivel nacional para que trasciendan los gobiernos de turno y dejar de complacernos para ponernos a trabajar con humildad asumiendo nuestras debilidades son algunas propuestas que están bien diagnosticadas y descriptas YA en nuestro país.
Recuerdo mi primer año de Facultad pública, con muchas expectativas y también muchas contradicciones; deseando volver a Colonia,  junto a mi familia, a los amigos, a los lugares queridos, haciendo rendir el fin de semana para atenuar el desapego que significa para quiénes vivimos en el interior del país irse a estudiar a la capital……Cuántos cambios y cuántos costos para las familias y para quiénes entienden que necesariamente deben formarse para aspirar a oportunidades laborales que nos garanticen una calidad de vida digna, con un verdadero compromiso social en un país sin descentralización en oportunidades ni verdadera equidad educativa. Y como dice el ex Presidente Dr. Sanguinetti en dicho libro, mientras todos seguimos pendientes de lo que dicen los ministros de economía, quiénes tienen en sus manos el futuro de nuestros países son los ministros de Educación, en donde nos hacen falta los magos! no hay más urgencia para el futuro de nuestros países y de nuestras sociedades que invertir en educación.
Lo sabrá el presidente, quizás tengamos suerte y  en la Antártida, el presidente chileno se lo advierta y lo motive a copiar las cosas buenas de la región que tienen que ver con el presente y futuro latinoamericano.  Hagamos de la educación una tarea de todos.

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