LIBERTAD



Fortalecer la Relatoria Especial de Libertad de Expresion de la CIDH


Diversas organizaciones de la sociedad civil latinoamericana se han pronunciado contra el intento, propuesto por Ecuador, de limitar la operatividad de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, solicitando el fortalecimiento de lo que consideran  “innegables avances democráticos de las últimas décadas” en la que muchos Estados han fortalecido la defensa del derecho a la libertad de expresión y de acceso a la información.
En Uruguay, representado por el Centro de Archivos y Acceso a la Información Pública (CAinfo) solicitó al canciller Luis Almagro que  el país  no acompañe en la OEA la serie de recortes a las competencias y atribuciones de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que otros países, además de Ecuador, “permitieron que se introdujeran en una propuesta de reforma de la CIDH que está a estudio de todos los Estados miembros de la OEA”.
El pronunciamiento de las organizaciones de la sociedad civil es ante la inclusión  en el documento final, aceptada por los Estados Miembros de la OEA, de tres recomendaciones que afectan directamente a la Relatoría Especial. “Si bien estas recomendaciones se expresan en términos generales, - informan en un comunicado -  su diseño y contenido puede conducir a una aplicación que limitaría notablemente su operatividad”. Sostienen asimismo  “que cualquier propuesta que debilite la función de la Relatoría Especial de Libertad de Expresión implica atentar directamente contra las víctimas o potenciales víctimas de los abusos de autoridad. Es crítico por lo tanto que los Estados garanticen un funcionamiento no restrictivo”.
Las tres polémicas recomendaciones en cuestión, según las mismas fuentes, son: “1) Incorporar todos los informes de las Relatorías en un capítulo único del informe anual de la Comisión (CIDH). La Relatoría Especial publica un informe anual exhaustivo y específico sobre la situación de la libertad de expresión en todos los países del hemisferio. De aplicarse, esta recomendación pondría en riesgo una práctica establecida que contribuye al mejoramiento de la calidad democrática de los Estados….”.
“2) Asignar recursos adecuados, suficientes y balanceados a todas sus Relatorías, grupos de trabajo y unidades. Las Relatorías de la CIDH no cuentan con financiamiento suficiente para un adecuado funcionamiento. La Relatoría para la Libertad de Expresión tiene capacidad para gestionar sus propios recursos y ha podido hacerlo de manera eficaz (….) pues si entendemos que debe existir un sistema de distribución de fondos “balanceada”, bajo ningún punto de vista, puede constituir dicha recomendación, una reducción en el financiamiento de esta Relatoría Especial, pues afectaría radicalmente su operatividad…”.
“3) Establecer un Código de Conducta que regule la gestión de las Relatorías de la CIDH, para asegurar la coordinación que debe existir entre dichos mecanismos y los Estados. Desde 2007 existe en el Sistema de Derechos Humanos de las Naciones Unidas un Código de Conducta para los relatores, y esta posibilidad también ha sido contemplada en el Reglamento de la CIDH. Sin embargo, esta recomendación no tiene en cuenta que la Relatoría Especial se rige por el reglamento y las prácticas de la Comisión, por lo cual esta propuesta resultaría innecesaria. Adicionalmente, según como está planteado, las Relatorías podrían estar sujetas a una evaluación indebida por parte de los Estados….”.
Sin dudas, esas “inocentes” recomendaciones, de aplicarse, ponen en serio riesgo los inéditos avances alcanzados  en América Latina, en materia de tanta sensibilidad democrática como son la libertad de expresión y acceso a la información. Según dichas organizaciones, los avances “en la región han beneficiado a millones de personas y se han logrado gracias al trabajo constante y riguroso de La Corte, de la CIDH y de su Relatoría Especial”. Considerando dichos logros, legítimamente, “patrimonio de todos los habitantes de las Américas”.
El pronunciamiento de las organizaciones de la sociedad civil latinoamericana incluy una exhortación “a nuestros gobiernos y a la comunidad en general a respaldar de forma decisiva a la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión como instrumento de protección de la dignidad, de la libertad y los derechos las presentes y futuras generaciones en las Américas”.

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