Inoportunos, ineficaces e inconstitucionales




Tabaré VIERA

El martes pasado, en maratónica sesión de más de doce horas, la mayoría frenteamplista en el senado aprobó dos proyectos de leyes de trascendencia para el futuro del país.
A modo de regalo de fin de año nos dejaron con media sanción a la ley de “Despenalización del aborto” y la aprobación del “Impuesto a la Concentración de la Tierra”.
Los Senadores de PROBA votamos, con libertad de conciencia, en forma negativa ambos proyectos e hicimos un profundo análisis de los mismos, concluyendo rotundamente lo equivocado que está el gobierno frenteamplista.
Fundamos nuestra oposición a la despenalización del aborto en razones bio-éticas. Existe profusa literatura científica respaldando la existencia de la vida desde el momento mismo de la concepción. Por lo tanto nuestra posición es a favor de la vida, en defensa de una vida que no puede defenderse.
Comprendemos que es un tema complejo, que tiene varias facetas. Sabemos que los miles de abortos clandestinos que se realizan en nuestro país son un problema real que tenemos que abordar. 
La solución para ello debe venir desde la PREVENCIÓN. Buscando la forma de prevenir los embarazos no deseados. Allí está la responsabilidad del estado. Y también apoyando a quienes ante un embarazo imprevisto entran en la desesperación por diferentes problemas (económicos, sociales, familiares, etc.) al punto de no pensar en todos los riesgos que la interrupción voluntaria de la gestación conlleva.
El oficialismo fundó su iniciativa fundamentalmente  en defensa de la “libertad de la mujer, la libertad de decisión sobre su propio cuerpo”.
He aquí el meollo del debate. El dislate del planteo al contraponer el supuesto derecho a elegir de una mujer embarazada, contra el derecho a la vida de otro ser, que aunque dentro de sus entrañas, es un ser vivo y biológicamente otro ser humano, diferente y único. No es de ninguna manera parte de su cuerpo.
Entonces no podemos de ninguna manera estar de acuerdo con despenalizar una práctica que ciega la vida de un ser humano, además indefenso.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo tercero establece este derecho como fundamental y el últimamente tan mentado Pacto de San José de Costa Rica en el artículo cuatro, literal uno dice literalmente “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida.  Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción.  Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.”
En el debate quedaron claros además, dos conceptos: la vida comienza en el momento de la concepción y que supuestamente todos estamos contra el aborto. No nos parece coeherente aceptar esto y votar a favor de la legalización y la experiencia en otros países que tomaron  este camino muestra que ante la facilidad legal el número de interrupciones voluntarias de embarazos aumenta. El tiempo dirá.
Nos opusimos también al llamado Impuesto a la Concentración de los Inmuebles Rurales (ICIR), por entender que es inoportuno, ineficaz e inconstitucional

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