El que tienen cuello, no está libre de la horca


Cesar García Acosta


Al escribir esta columna reconozco estar fuertemente influenciado por el contenido del programa “fenómenos” que empezó a emitir canal 12 (ahora la Tele): inseguridad ciudadana, sensación térmica, datos de la realidad y miedo, son algunos de los –dramas- cotidianos de los uruguayos que sienten ser sujetos de violencia en cualquier momento del instante que vendrá.
Como paradoja del destino, también hoy exministro Eduardo Bonomi, de Interior, titular de la seguridad pública, concurrió al Parlamento para decir, a favor de sus políticas, que la ola delictiva tuvo nacimiento en la década de 1990 y señaló que en ese entonces no hubo prevención social del delito.
Mientras los comerciantes en enero de 2012 colocan maderas en los vidrios delanteros de sus locales para que no los roben,Bonomi dijo hace 48 horas ante el Parlamento que "estamos cambiando lo que no se cambió en 1985, 1990, 1995… Estamos cambiando lo que heredamos". "Para cambiar la situación hay que hacer cosas diferentes. Es legítima la sensación de la gente y por eso queremos cambiarla (…) No le estamos tomando el pelo a nadie", agregó el ministro.
Dicho esto cabe reflexionar que para el Frente Amplio Sanguinetti, Batlle y Lacalle son culpables de las decepciones del gobierno en materia de seguridad, tanto como si Mujica, hoy Presidente, sea responsable de las rapiñas porque alguna vez su banda revolucionaria robó bancos y secuestró empresarios para financiarse. No es serio que porque el día sea largo o porque se suponga hay más efectivo en la calle, la delincuencia es por eso más enérgica y violenta.
Resulta que ahora es culpa de Sanguinetti, Batlle y Lacalle que los rapiñeros tengan 8 años de edad como quedó probado por varios robos de las últimas horas.
En este contexto unas 130 personas se reunieron en la tarde de este lunes en la esquina de Garzón y Hudson, a una cuadra de la Plaza Colón, en reclamo de más seguridad.
La marcha se agrega a las de Carrasco -la más multitudinaria-, Pocitos, Parque Rodó y Malvín Norte, en las que se exigió más prevención y represión a los delincuentes de parte del ministerio del Interior.
Pero la delincuencia está impregnada en lo que hace a la publicidad de los hechos que genera, en buena medida de la sensación de indefensión y tierra de nadie cuando se mataron estilo mafioso y los hechos no son aclarados.
Hace más de dos años un prestamista desapareció; hace unos días una familia de comerciantes fue asesinada en Malvín Norte; hace cinco años una anciana en un edificio de Paraguay y la Rambla cercado por rejas y con portero 24 horas, apareció asesinada; y el año pasado un joven comerciante que luchó con un delincuente menor de edad, murió en una emergencia barrial acribillado.
Los hechos se suman, las edades de los delincuentes quedan de manifiesto; el ministro no da signos de cambio y reconoce ante las cámaras de la televisión que la policía uruguaya no ha sido buena en prevenir el delito.
Si mirásemos hacia el norte cercano, Brasil, observaríamos que las favelas han sido copadas por una policía militarizada, disciplinada y debidamente preparada. Claro está que eso lleva su tiempo, pero seguramente encontrará solución a los problemas que Bonomi hoy no logra resolver, como tener patrulleros sin chofer porque los policías no saben manejar.
¿Esto será también responsabilidad de los gobiernos de 1985, 1990 y 11995…? De ser así, que Bonomi reflexione acerca de que si el que tienen cuello, no está libre de la horca, ese, quizá, sea su destino político.


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