Pablo MIERES
Abogado. Sociólogo. Presidente del Partido
Independiente
El viernes pasado, cuando terminaba el año
2011, falleció César Aguiar. Se trata de una pérdida irreparable e
irremplazable; pero además temprana e inesperada.
Nuestro país perdió a una de sus cabezas más
brillantes y más agudas; lamentablemente nos quedamos sin su aporte, siempre
inteligente, desafiante y creativo. César falleció en el ejercicio de sus
plenas facultades intelectuales, lleno de ideas e iniciativas, con el mismo
entusiasmo y ganas de siempre. Hemos perdido a uno de nuestros principales analistas,
a un intelectual de nivel mundial, a un ser humano maravilloso, a alguien que
tenía, todavía, mucho más para dar. Se nos fue temprano y esa es una injusticia
que aun cuesta aceptar a todos los que lo conocimos y quisimos.
Sus reflexiones, su forma de encarar los
asuntos, su insuperable creatividad para encontrar ángulos y aristas nuevas a
cada tema, su inefable sentido del humor, su irrefrenable optimismo y su
entusiasmo permanente, su lealtad insobornable a sus ideas al precio de
incomodar y molestar, su forma de plantear sus proposiciones provocativa y
genial, son recuerdos imborrables de una persona excepcional.
Tuvimos la enorme suerte de conocer a César
desde hace muchos años y conocerlo en sus diversas facetas, todas desarrolladas
con brillantez y excelencia.
Lo conocimos como profesor y aun hoy sus
enseñanzas siguen siendo una referencia personal inolvidable. Tuvimos la suerte
de ser su ayudante en sus cursos de Sociología en la Facultad de Derecho de la
Universidad de la República en el año de la recuperación democrática. Lo
conocimos como compañero de equipo en la fundación de la Licenciatura en
Ciencias Sociales en la Universidad Católica. Tuvimos la suerte de trabajar
para él en algunos proyectos de consultoría para su querida empresa, Equipos
Consultores Asociados (hoy Equipos-Mori). También pudimos contar con su amistad
y consejo en diversas circunstancias de la vida; en esas oportunidades siempre
resultó ser muy valioso, generoso, franco y directo.
Somos de los que nos sentimos deudores de su
generosidad, de su capacidad de gestión y de su creatividad
César Aguiar ha sido, sobre todo, el más
grande constructor de la profesión del sociólogo en nuestro país.
Fue un investigador profundo, intuitivo y
reflexivo; capaz de aportar conocimiento en los temas más variados de nuestra
sociedad. Investigó y aportó sobre la situación demográfica de nuestro país,
sobre el funcionamiento de nuestro sistema político, sobre nuestra cultura,
sobre el comportamiento electoral de los uruguayos, entre otros temas.
Pero, además, era brillante en su capacidad
de extraer desde los estudios o consultorías profesionales concretas,
consecuencias teóricas y reflexiones generales sobre la situación de nuestra
sociedad y sus tendencias futuras.
También fue un docente sin par, capaz de
convertir en atractivos y entretenidos a los temas más áridos y tediosos. Sus
clases fueron inolvidables para todas las generaciones que tuvieron el enorme
privilegio de recibir sus enseñanzas. Era un docente inquieto, con una
insuperable capacidad didáctica y con una enorme generosidad para trasmitir a
sus estudiantes los conocimientos.
Pero, sobre todo, fue un brillante
emprendedor, capaz de construir institucionalidades que habrán de permanecer en
el transcurso del tiempo.
Portador de una energía vital difícil de
igualar, fue uno de los principales integrantes de la generación fundacional de
la sociología nacional.
Fue fundador, junto a Carlos Filgueira,
Alfredo Errandonea, Gerónimo De Sierra, entre otros, del Instituto de Ciencias
Sociales a fines de los sesenta en la Universidad de la República. Juntos
inauguraron la primera experiencia de formación de profesionales universitarios
en Sociología. La experiencia no duró mucho porque la dictadura clausuró los
cursos en Ciencias Sociales, cerró el Instituto recién formado y echó a sus
fundadores.
Fue un intelectual comprometido, desde su
profunda fe católica, con su tiempo y su sociedad. Fue un activo protagonista
de Parroquia Universitaria y escribió en varias publicaciones de la Iglesia.
También asumió compromisos políticos,
formando parte, en aquellas épocas, del más cercano grupo de asesores del Gral.
Líber Seregni desde la fundación del Frente Amplio hasta el golpe de Estado y
luego del retorno a la democracia por varios años más.
Durante la dictadura se quedó en el país y
junto a Horacio Martorelli, Danilo Astori y otros investigadores de la época,
fundaron CIEDUR. Desde CIEDUR trabajó en la investigación social y colaboró en
la reflexión democrática, contribuyendo a la permanencia de un pensamiento
alternativo, libre y plural. Fue docente del CLAEH en la primera experiencia de
formación de profesionales de la sociología de los 80 y se reincorporó a la
Universidad de la República con el retorno a la democracia.
César Aguiar fue el fundador, creador,
impulsor y principal directivo de Equipos, primera empresa de investigación
social en nuestro país y, ciertamente, la más conocida y prestigiosa de nuestro
medio. Su entusiasmo y capacidad creativa lo llevaron a promover y desarrollar
permanentes iniciativas novedosas desde Equipos y ello permitió abrir un enorme
campo de ejercicio profesional para los sociólogos.
Seguramente Equipos fue origen de casi todas
las posteriores empresas de consultoría en opinión pública en nuestro país y
fue inspirador y formador de sucesivas generaciones de cientistas sociales que
obtuvieron su experiencia allí.
César Aguiar, además de ser docente en la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República a nivel de
grado y postgrado, fue fundador e inspirador principal junto a su esposa,
Cecilia Zaffaroni, José Arocena y varios más, de la Licenciatura en Ciencias
Sociales de la Universidad Católica.
Su dinamismo inigualable, su capacidad
creativa, su mirada vanguardista capaz de descubrir oportunidades y tendencias
en donde nadie más era capaz de ver nada, demostraban aun más la
excepcionalidad de su naturaleza.
No fue necesario que tuviera un título
universitario, ¿para qué? Su formación y conocimientos brillaban por sí mismos
sin necesidad de formalidades que lo reconocieran.
Escribió numerosos artículos sobre los campos
de trabajo del sociólogo, abriendo alternativas en forma permanente para el
ejercicio de la profesión. La academia sociológica nacional sufrirá un vacío
imposible de llenar.
Cada vez que culminaba una conversación, por
más difícil o compleja que fuera, con su tradicional tono optimista, al
despedirse nos decía: "divertite", generando una inevitable y
empática sonrisa. No hay duda de que César, rodeado de sus queridos afectos que
tanto lo acompañaron y apoyaron durante toda su vida y haciendo lo que más le
gustaba, vaya si se habrá divertido.
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