Jorge Azar Gomez
El
Presidente José Mujica viajó a tierra bolivariana y -en un hecho sin
precedentes en la historia del Uruguay- apareció en la sala de sesiones de la
CELAC, en acto oficial y protocolar, vistiendo la chaqueta verde que pertenece
al uniforme del Ejército de Venezuela.
Lógicamente,
no existe legislación que se lo prohíba. Sólo el sentido común, ya que es el
Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de Uruguay, y el hecho de estar en un
lugar donde las cámaras del mundo lo muestran a todo el globo. Sabiendo, a fin
de cuentas, que esa casaca se exhibe como manchada en sangre por todos los
crímenes que ha cometido el “prestamista del caribe”.
Mientras
el presidente uruguayo se arropaba con la chaqueta de Hugo Chávez Frías y
jugaba a los soldaditos, la presidente de Argentina, Cristina Elisabet
Fernández Wilhelm, jugaba a ser estrella. Esta viajó acompañada de un equipaje
muy selecto y mostró exigencias de estrella.
Ella
llevó su masajista, su planchadora y su estilista, diez escoltas y valet.
También portaba su propia agua natural y agua con gas de la Patagonia, dulce de
leche del Café Tortoni; té de frutos rojos; doce pares de zapatos y carteras,
complementado con sus cuatro característicos juegos de lentes de sol.
También,
la Presidenta de Argentina -como le encantan- pidió tenerle tequeños al horno,
no fritos. Además, exigió rosas rojas para su habitación y blancas en el área
de visita: estas, de acuerdo a sus exigencias, debieron cambiarse a diario.
José
Mujica, que aquí se lamenta y se manifiesta compungido por los crímenes que
adjudican a la Dictadura, se traslada a Venezuela para reírse de su cargo de Comandante Supremo de las
Fuerzas Armadas del Uruguay, demostrando que continúa siendo el mismo
terrorista que combatió a aquellas fuerzas armadas. Estas viéronse obligadas a
salir en defensa del Pueblo, cuando él y un grupo de criminales que se
consideraban “iluminados”, arremetieron contra las Instituciones.
El
mandatario salió del país en misión oficial, autorizado por el Poder
Legislativo, para concurrir a la reunión de la CELAC. No viajó hacia esas
latitudes en calidad de turista, ni invitado por empresario alguno. Se apersonó
allí en su rol de mandatario y se hallaba en un acto oficial cuando osó
arroparse con la prenda del más corrupto y sanguinario presidente del
continente americano.
El
Presidente fue en representación de todos los uruguayos; no fue de payaso para
pasearse por toda la sala de reuniones con el disfraz de “comandante” , a no
ser que Chávez ya lo haya integrado al grupo de mercenarios que por estas horas
se encuentra entrenando en Bolivia. Entre las fuerzas allí destacadas, se
cuentan indígenas bolivianos, ciudadanos venezolanos, cubanos con pasaporte de
la República Bolivariana de Venezuela, colombianos y cientos de
centroamericanos.
En
diferentes medios de comunicación del mundo, canales de tevé, radios y diarios,
aparece en estos días la noticia de la presencia del Presidente de la República
Oriental del Uruguay, José Mujica, en la sala de sesiones de la CELAC,
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, portando la chaqueta verde
que pertenece al uniforme del Ejército de Venezuela y que habitualmente usa el
presidente Hugo Chávez.
Acaso
vale preguntarse si los uruguayos nos merecemos esta demostración.
¿Hasta
cuándo hemos de seguir soportando las vergüenzas que pasamos con las seniles
actitudes del Presidente? ¿No será acaso el momento para que se someta a una
junta médica, a los efectos de que le sean practicados los exámenes
neurológicos y psiquiátricos que demuestren si está en condiciones de continuar
en el cargo?
"La
dignidad de los Orientales no tiene precio...", reza la frase. Pero Mujica
ya la vendió.
El
Presidente José Mujica nos debe a todos los uruguayos y a las Fuerzas Armadas
de nuestro País, una disculpa pública por esta grave afrenta a nuestra dignidad
y soberanía.
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