GO HOME




José Luis ITUÑO

La decisión del gobierno uruguayo de prohibir la recalada de barcos con banderas de las Islas Malvinas (Folcklands) en nuestro puerto, más allá de algunos scrimages internacionales entre las cancillerías de Uruguay e Inglaterra o de la inconveniencia comercial que esta medida podría acarrear, abre un debate sobre aspectos de soberanía y medidas solidarias para con una nación hermana que reclama un grupo de islas colonizadas por los ingleses, como suyas, con la particularidad de que estas islas se encuentran a pocas millas de la costa argentina y a miles de millas del Reino Unido.
El problema a mi juicio es mucho mayor, se trata de que los “sudacas” aún seguimos siendo para muchos “colonizadores”, personas de tercera categoría, y basta para ello observar por ejemplo otra barbaridad, en este caso los requisitos para viajar a los Estados Unidos.

PRIMER PASO: LA VISA

Para viajar a los Estados Unidos, el primer paso es el trámite de la visa por la que se deben abonar 2.800 pesos por adelantado, se otorgue o no se otorgue.
Los trámites de completar la misma deben hacerse desde un formulario en inglés con ayudas idiomáticas en español, en el que el viajero debe narrar vida y obra, con minuciosidad ya que cualquier error puede ser considerado fatal a la hora de la confrontación con el Cónsul.
Luego de abonado el trámite en las oficinas de ABITAB, esta empresa entrega un comprobante de pago con un número de código, que deberá ingresarse nuevamente en el formulario web para recibir una fecha de entrevista con el Cónsul.

A LA HORA SEÑALADA

Llega entonces el día de la entrevista con el cónsul en la embajada, no sin antes pasar por varias puertas blindadas, acechantes  marines y mucho silencio.
El cónsul es quien en definitiva levanta el pulgar o baja el pulgar de acuerdo a la cara del cliente y obviamente a la documentación ya en su poder enviada vía web.
Si el pulgar es hacia abajo, no hay tu tía, el viajero debe cambiar de destino y arrancar para el Polonio (donde no necesita visa), pero si el cónsul entiende que el viajero es digno de visitar los EE.UU, extiende la tan preciada visa.
Ya con la visa emprendemos viaje a Estados Unidos, donde nos recibirá a las 5 de la mañana en el JFK de Miami, una mestiza colombiana con green card, empleada en el servicio de migraciones de los EE.UU, orgullosa de ello y capaz de hacernos pasar un mal rato en el mostrador (al que habremos llegado descalzos) “Dónde va, a que viene, cuánta plata trae, donde se va a quedar, usted que hace…..” son las preguntas clásicas en los mostradores del aeropuerto, inclusive a veces debiendo mostrar bauchers de hoteles o información de una determinada feria a la que uno viaja (en mi caso me tocó cubrir varias COMDEX en Atlanta y Las Vegas).
Con menos suerte nos tocará una gran morena americana de pura cepa, de vientre prominente y dientes blancos como la nieve, que nos hablará en un “sland” americano, casi imposible de entender, que se fastidiará con nosotros por ello, hasta hacernos sudar la gota fría antes de sellarnos el pasaporte.
Nobleza obliga decir dos cosas. La primera es que en el aeropuerto de Chicago (la otra entrada internacional) se nos trata con mucha más cortesía y la otra, es que una vez que estemos en territorio americano, podremos movernos con absoluta libertad y tranquilidad, pero llegar a ello no es una tarea fácil.

RECIPROCIDAD

Lo he dicho varias veces (y escrito), Uruguay debería ofrecer a los viajeros norteamericanos reciprocidad de trato, exigiendo visa y montando en el aeropuerto un mostrador especial para los viajeros oriundos de ese país, con personal entrenado para hacerles las mismas preguntas que nos hacen a nosotros cuando llegamos a Estados Unidos y hacerlos desfilar en las mismas largas colas que debemos hacer nosotros, descalzos.
Con esta bravuconada del gobierno uruguayo para con los barcos de bandera de las Malvinas, abro una puerta de esperanza, para que sigamos en este camino de hacernos respetar y de demostrar que no somos tan “apestosos” como algunos creen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario