Dr. José Gómez Lagos drgomez@adinet.com.uy
Evocar al entrañable país dividido por la línea ecuatorial –de la que toma su nombre- además de resultar particularmente grato, conlleva el reconocimiento a una nación hermana, que ha sido fundamental en la historia de nuestra América.
Tiene una población de casi quince millones de habitantes, en un territorio de sierras, selva tropical, costas bañadas por el Pacífico, que contiene también las islas Galápagos (sustento de la mayor densidad de biodiversidad del planeta). Sin desmedro de las sensaciones que provocan tanto su geografía como las particularidades de su cultura, resulta insoslayable rememorar la entrevista de los Libertadores en Guayaquil, causa de tantas preguntas con respuestas apenas tentativas, que tuviera como consecuencia el alejamiento de San Martin y la concentración del poder revolucionario en Bolivar.
Con inmensos sacrificios, los ecuatorianos han procurado durante casi doscientos años, construir las condiciones para alcanzar la tan ansiada “felicidad pública”. Sin embargo, recién en la década del setenta las divisas petroleras permitieron constituir una clase media - imprescindible para el funcionamiento democrático, factor de estabilidad y transmisión de valores- que ha perdurado.
Miembro del ALBA, que entre otros integra con Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, alianza constituida por un conjunto de economías disímiles, con múltiples problemas sociales y sistemas democráticos débiles o inexistente. Recientemente ha sido calificado fuera del grupo considerado de Democracia Plena (1 a 26), tampoco incluido en la categoría Democracia Imperfecta (27 al 79), catalogado en el penúltimo conjunto, como país con Democracia Híbrida (80 a 111).
En éstos días, se escuchan reclamos ante el anuncio presidencial de prohibir la utilización del gas -por problemas energéticos- para calefones (complementariamente, la prohibición de producción o importación de tales aparatos). El gas es fuertemente subsidiado desde décadas atrás y genera millonarias ganancias por la venta ilegal en las fronteras. La medida -en país exportador de gas y petróleo- que afectará especialmente a los sectores más populares, evidencia también el alto nivel de intervención en la economía y la sociedad. En la actualidad, el país también se agita por la convocatoria del Presidente a una consulta popular, respecto de temas que comprenden al Poder Judicial, prensa, seguridad pública, corrida de toros, entre otros y que seguramente tendrá importantes consecuencias políticas.
Respecto al crecimiento de la economía, durante 2010 fue el penúltimo de Sudamérica, con un ingreso per cápita casi tres veces menor al de nuestro país, y a pesar del propósito manifiesto del gobierno, durante 2009 la pobreza aumentó en lugar de disminuir (actualmente, décima posición latinoamericana en Indice de Desarrollo Humano). En materia de corrupción, comparte con Nicaragua la ubicación ciento veintisiete (entre ciento setenta y ocho países) y es uno de los diez países más desiguales del planeta, posicionado inmediatamente detrás de Uganda. El promedio de años cursados en educación formal, es de 7.6 y se encuentra entre los cuatro países latinoamericanos con mayor desnutrición infantil.
Pero afortunadamente no todos los resultados son adversos, tiene estimaciones ascendentes de crecimiento económico, ha incrementado las exportaciones en 25%, con una inflación anual de apenas 3.3%, ha alcanzado la excelencia en transparencia petrolera, que lo ubica por delante de EE.UU. y ha reducido significativamente el analfabetismo. Sin embargo, no nos parece suficientemente convincente, como para coincidir con algunos compatriotas, que Ecuador sea el Faro más adecuado en la orientación de Uruguay hacia un porvenir venturoso. Parecería más bien que desde nuestro tradicional prestigio internacional, deberíamos señalizar con luz potente como antaño, en defensa de los más elevados valores democráticos, los más justos principios de derecho internacional, para contribuir al logro de etapas superiores de convivencia pacífica, con libertad y prosperidad compartida. Así parece vislumbrarlo el Presidente Correa, que recientemente ha expresado admiración y reivindicado para Uruguay, el primer lugar de Latinoamérica en desarrollo humano.
Si nuestro país, en medio de una prolongada y consistente llovizna de capitales y divisas, en lugar de favorecer su absorción por la clase media, persiste en extraerle recursos de manera excesiva y tomar como referentes a quienes deberíamos servir de referencia, seguramente marcharemos extraviados y sedientos, aún en medio de copiosas precipitaciones de bonanza, y constataremos tardíamente, como se ha dejado evaporar la mejor oportunidad de los últimos cien años, para generar desarrollo genuino y avanzar hacia una auténtica justicia social.
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