Una antigua fábula y su versión en el Uruguay progresista

Mario Píriz

La fábula es un género literario, caracterizado por un relato o narración (en verso o no) corta, que oculta una crítica social y una enseñanza moral detrás de una ficción. Muchas de esas ficciones han sido incorporadas, históricamente, a la enseñanza primaria y secundaria de nuestro país. Entre los fabulistas más conocidos está Samaniego, español que vivió entre 1745 y 1801, autor de las fábulas “El cerdo, el carnero y la cabra”, “La Cigarra y la Hormiga”, “La lechera”, entre otras muchas. El español imitó al fabulista francés La Fontaine, quien a su vez tuvo entre sus antecesores al griego Esopo del siglo VII a. de C.

El pueblo del Uruguay del siglo XXI, progresista, (que no es necesariamente de izquierda), corrobora la vitalidad de la fábula como género literario, recreando algunas de esas obras como “La Cigarra y la Hormiga”, cuyas versiones circulando habitualmente en internet, expresan su crítica a ciertas situaciones políticas y sociales, abriendo una ventana a la reflexión y el análisis del alma colectiva.

Una de esas versiones sostiene que La Hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante: - Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno.

La Cigarra piensa que la Hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando.

Cuando llega el invierno, La Hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera.

La Cigarra, tiritando, sin comida y sin cobijo, muere de frío.

Una de las versiones uruguaya de la antigua fábula dice:

“La Hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante. Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno.

La Cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando. Cuando llega el invierno, la Hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera.

La Cigarra, tiritando, organiza una rueda de prensa en la que se pregunta por qué la hormiga tiene derecho a vivienda y comida, cuando hay otros, con menos suerte que ella, que tienen frío y hambre.

La televisión organiza un programa en vivo en el que la cigarra sale pasando frío y calamidades, y a la vez muestran extractos del video de la hormiga bien calientita en su casa y con la mesa llena de comida.

Todo el mundo se sorprende de que en un país próspero como el suyo dejen sufrir a la pobre cigarra mientras hay otros que viven en la abundancia.

Las asociaciones contra la pobreza, la APPO, la Sección 22 y la Comisión de Derechos Humanos se manifiestan delante de la casa de la hormiga y la pintarrajean.

Los periodistas organizan una serie de artículos en los que cuestionan cómo la Hormiga se ha enriquecido a espaldas de la Cigarra... e instan al público a opinar en sus encuestas telefónicas y on line, a través de una mañosa pregunta donde tienen qué escoger si son partidarios de la igualdad o de la discriminación. ( Como la “egoísta e insensible hormiga”)

Respondiendo a las encuestas de opinión, el parlamento se pronuncia por una Ley sobre la igualdad económica y una Ley Anti-discriminación. Los impuestos a la hormiga son elevados notoriamente y por si fuera poco, se le asigna una altísima multa porque no se hizo cargo de la cigarra, en el invierno.

La Hormiga decepcionada, empaca y termina por irse a otro país, donde su esfuerzo sea reconocido y pueda disfrutar libremente de los frutos de su trabajo... donde no se le juzgue ni se le castigue, cuando tenga éxito.

La antigua casa de la Hormiga se convierte en albergue social para cigarras que esperan a que alguien llegue a donarles el alimento y los recursos para sobrevivir dignamente.

Al gobierno se le reprocha no poner los medios necesarios. Los partidos proponen una comisión de investigación pluripartidista, que costará 100 millones de pesos.

Entretanto la Cigarra muere de una sobredosis de holganza, comida y cerveza. Los medios de comunicación comentan el fracaso del gobierno para corregir las desigualdades sociales y la injusticia económica.

La casa termina siendo ocupada por una banda de arañas inmigrantes. Cualquier semejanza con alguna realidad en nuestro país, desde luego, es ... la pura y real verdad.”

Sin duda, cada ciudadano, independientemente de sus responsabilidades y roles sociales, se identificará con algunos de los personajes de la fábula, generándose preguntas y respuestas. “Pero lo cierto es, - dice un comentario - que hasta que el sistema deje de cobijar a cigarras holgazanas y a mañosos manifestantes, que sólo se dedican a criticar a los que han logrado lo que ellos no, a hacer plantones, decir lo que otros “deben” hacer... y a hablar y hablar, pero no a trabajar, seguiremos siendo el país de nunca crecer y nunca progresar”.

Recordemos que las discretas hormiguitas trabajadoras, son esa inmensa mayoría, casi anónima, que produce la vida, la riqueza y la civilización. Las cigarras parásitas son las menos, pero pequeña minoría de ellas, tiene el sartén por el mango y comen solo ellas, generando pobreza en toda la comunidad.

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