Dos hechos llamaron la atención los últimos
días.
Pedro BORDABERRY
El primero fue la afirmación y posterior
rectificación de nuestro Presidente sobre los resultados del Censo.
En su habitual incontinencia verbal y semanal
el Presidente anunció que los resultados del mismo eran muy malos y que por
ello “los uruguayos estamos en vía de extinción”.
El Director del INE salió, por suerte, a corregir
al Presidente. Éste tomó nota de su error y al día siguiente se retractó y dijo
que la situación no era tan mala. Es decir no estamos en peligro de extinción.
El segundo hecho fue la primera reunión de un
nuevo Organismo internacional del que nuestro país es parte. En Venezuela se
reunió la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Un
organismo internacional que reúne a todos los países de América menos Canadá y
Estados Unidos.
En la reunión no faltaron discursos
sesentistas tales como las afirmaciones de los Presidentes de Venezuela,
Argentina y Brasil que dijeron que esperaban que “la burguesía no vuelva a
gobernar en América del Sur”.
El dejar fuera a Canadá y Estados Unidos de
la CELAC no es una casualidad porque ya existe otro organismo, la Organización
de los Estados Americanos que ellos si integran. Por ende la CELAC viene a ser
el equivalente a la OEA pero sin Estados Unidos y Canadá.
Una descortesía y ataque directo a estos dos
países que es difícil de entender si no se tiene en cuenta el liderazgo que en
estos tiempos está teniendo en América del Sur el Presidente venezolano Hugo
Chávez.
Algunos dicen que Uruguay no puede quedarse
fuera de estos organismos porque en definitiva todos los países de América del
Sur lo integran.
Esto no es así. Alcanza con que se forme un
bloque con otros países, o se expongan razones y se tenga capacidad
diplomática, para no ir como ovejas detrás del primero que se lanza a correr.
Lejos parecen haber quedado los tiempos en
los cuáles Uruguay, con diplomáticos capaces, lideraba en la región, se
anticipaba a los temas y era punto de referencia. Ya no están, lamentablemente,
los Jiménez de Aréchaga, Opertti, Lacarté Muró, Iglesias, Rodríguez Fabregat y
tantos más. Entonces son los tiempos en los que seguimos a los Chávez, Castro y
Kirchner “porque no hay más remedio” según afirman quienes hoy se entregan.
La creación de la CELAC es además un gran
acto de desagradecimiento hacia el país que en el año 2002 fue el único que
ayudó a Uruguay. Estados Unidos puso arriba de la mesa 1500 millones de dólares
cuando Brasil y Argentina miraban por sus intereses y no por los nuestros en la
crisis.
Si de todas formas teníamos que ir detrás de
Chávez por lo menos no debimos ponernos la campera militar del ejército del
promotor de la CELAC.
En 1817 José Artigas enfrentaba la invasión
de los portugueses, por un lado, y al director porteño Pueyrredón por otro. El
Jefe de los Orientales no dudó ni un instante en ese momento en celebrar un
tratado comercial con Inglaterra que extendió a Estados Unidos para enfrentar
la situación.
Hoy nos estamos cerrando puertas de manera
peligrosa. En especial cuando los sucesores de Pueyrredón y el Barón de la
Laguna nos vienen poniendo contra la pared hace rato en el Mercosur y la OCDE.
La reunión de Caracas fue otro capítulo más
de ese folklore latinoamericano que tiene como único mérito el ser una usina de
temas para grandes escritores del continente. Los Fuentes, García Márquez,
Vargas Llosa deben estar sacando notas para sus próximas “La Fiesta del Chivo”,
“Cien Años de Soledad” o “Los Años con Laura Díaz”.
Pero más allá de ello cabe preguntarse si
esta creación permanente de organismos internacionales que se suman a otros
similares es buena.
Hoy asistimos a una proliferación de organismos
que se crean uno detrás del otro casi con los mismos cometidos. Pero como
fallan se crean otros y otros, sin dejar de lado a los anteriores.
Todo eso cuesta mucho dinero.
Esta el BID y está ahora el Banco del Sur.
Esta la OEA, la CELAC, el Pacto Andino, el Mercosur, la ALADI, la Secretaría
General Iberoamericana, el Instituto para la Integración de América Latina y el
Caribe, el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe.
Están las Naciones Unidas, las Organizaciones
Mundiales de la Propiedad Intelectual, de la Salud, de Turismo, Meteorológica,
de Aduanas, del Comercio, del Trabajo, de las Migraciones, de la Viña y el
Vino, Marítima Internacional, de Prohibición de Armas Químicas, de Armas
Nucleares, de Aviación civil, de Normalización.
Son más de 120 organismos de lo que Uruguay
es parte y que cuestan dinero porque hay que pagar burocracias y disponer
funcionarios que se ocupen de ellos.
Por ejemplo en el PNUD Uruguay pone 560 mil
dólares por año. En las Naciones Unidas 634 mil. Para la Secretaría del
Mercosur 580 mil. En ALADI 250 mil. En la CARU 500 mil y en la CARP 370 mil.
Para ser parte del Banco del Sur (que tiene
sede en Caracas) Uruguay va a poner 400 millones de dólares. Claro hay que
atender los gastos de funcionamiento.
Son más edificios, porteros, funcionarios,
sueldos, viáticos, viajes, hoteles, pasajes y burocracia.
¿400 millones de dólares para el Banco del
Sur con sede en Caracas y sus burócratas o 400 escuelas de tiempo completo
nuevas en el Uruguay?
Es una cuestión de prioridades.
¿Cuánto cuesta la CELAC en funcionarios,
viajes, etc.?
Lo que nos pone en peligro de extinción no
son los resultados de este Censo que no termina más. El peligro son estos
populismos, despilfarro y retórica sesentista.
(*) Abogado. Senador de la República. Líder
de Vamos Uruguay
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