Lic. Kimal AMIR
Lo que pareció en un principio ser uno de los tantos globos de sonda con los que acostumbra a moverse el Presidente de la República , da la impresión de constituir algo con pretensiones de otra índole, es decir de una idea y una decisión con raíces más profundas.
El hecho mismo de haber sido lanzado por el propio Presidente al retorno de su viaje a Paraguay, presentándolo como “inspirado en Evo Morales”, ayudaba a suponer que estábamos en presencia de un “pelotazo” más del que seguramente al día siguiente vendrían las “aclaraciones” propias o de altos voceros del gobierno.
Pero no, resulta que un día sí y otro también el mismísimo Presidente y algunos otros voceros oficialistas se han dado a machacar y machacar con la idea de crear “el delegado presidencial en cada Departamento”.
La oposición ha reaccionado de inmediato oponiéndose a tal iniciativa y en ello han convergido los tres partidos, ya con resoluciones de su Comité Ejecutivo, como el P. Colorado, ya a través de sus principales dirigentes, como en el caso del P. Nacional y el P. Independiente. Y ello -vale la pena resaltarlo- es de especial importancia porque no se trata de un tema menor ni meramente circunstancial.
Ha sido lugar común en varios de quienes se oponen, argumentar en el sentido de que ello significa vulnerar la autonomía departamental, crear más burocracia, gastar más dinero del Estado y los contribuyentes y, además, no ser eficaz.
Es cierto que todos estamos obligados a velar por la utilización más eficiente de los dineros públicos y, por ello, evitar crear burocracia de manera irresponsable e innecesaria. Pero a nuestro juicio no está allí el meollo de la propuesta del Presidente Mujica.
Sí lo está el ataque a la autonomía de cada Departamento, a las autoridades soberanamente electas y, por último y lo más importante, a todos los ciudadanos de cada Departamento que, a su leal saber y entender, eligieron hace tan sólo 3 meses, a quienes desean que dirijan los destinos de su Departamento en los próximos 5 años. Y en ese sentido se parece o puede ser visto como una reacción ante la pérdida de varias intendencias en el Interior del país, por parte del partido de gobierno.
Una vez más Mujica desconcierta, en ese su ya típico estilo pendular, de aparecer un día rompiendo esquemas de una izquierda sesentista, exhortando a los cooperativistas de “Envidrio” a ubicarse en el mundo de hoy, altamente competitivo y globalizado, no sólo a no temer sino a buscar la alianza con las grandes empresas multinacionales, y ello “despojándose de la jerarquía de Presidente de la República ” para hablarles como ‘militante social’, según sus propias palabras.. Y al otro día o el día anterior, lanzando una iniciativa del más viejo cuño de la ortodoxia de una izquierda jacobina, que en su caso personal no dudamos es expresión de una cabeza y un espíritu abiertos, en lucha incesante entre “aquello”, lo viejo, propio de aquel mundo bipolar hiperideologizado, y lo nuevo, propio de un mundo de cambios vertiginosos, de derrumbe de todos los sistemas cerrados de pensamiento, un mundo de explosiva búsqueda de la libertad de los individuos y las sociedades, un mundo, para referirnos a nuestro Uruguay, mucho más vazferreiriano.
Que hay desconexiones entre las diversas reparticiones del Estado, ¡claro que sí! ¡Y seguirá habiéndolas por los siglos de los siglos! Primero porque los seres humanos no somos perfectos ni autómatas, ¡felizmente!; segundo porque en un Estado bien o medianamente organizado, cada uno tiene una función a cumplir y ese es su deber mayor, lo que no quiere decir, obviamente, que deba hacerlo “dentro de una burbuja”; en tercer lugar porque la esencia del republicanismo no es la concentración del poder sino precisamente todo lo contrario, es decir, su distribución a efectos de evitar la concentración, prima de sangre del totalitarismo. Y si el titular del Poder Ejecutivo quiere que efectivamente exista la mayor coordinación posible entre los ejecutores de las políticas que él propone y decide como propias a su rol, pues nadie mejor que él para reunirlos a todos juntos o de a uno o por “gabinetes” parciales o temáticos, como él mismo ha creado desde su asunción presidencial, en el marco de sus más legítimas facultades.
No se trata de andar averiguando ni suponiendo intenciones; lo que cuenta son los hechos y éstos como formas específicas de la puesta en práctica de una concepción de la vida,. de la sociedad, de la política, etc. A nuestro juicio lo que está una vez más poniéndose de manifiesto son reflejos de algo absolutamente inherente a una vieja izquierda de raigambre totalizadora y totalitaria, como lo es su dificultad para asumir los principios sustantivos, esenciales, connaturales al republicanismo, a empezar por dos incuestionablemente básicos: el derecho de cada individuo a su más plena libertad, y la separación de los poderes en la organización del Estado como una de las condiciones sine qua non para la preservación de dicha libertad.
Es ese miedo a la libertad de todos y cada de los individuos y a la incesante diversidad que ello implica, el que impulsa a los no-republicanos a tratar de controlarlo todo, a centralizarlo todo, en los hechos, en la dinámica real, más allá de los discursos que pueden hasta llegar a ser muchas veces ‘políticamente correctos’.
Afán de control y autonomía son enemigos irreconciliables. Por eso el temor a la autonomía del mercado; por eso el temor a la autonomía de los disidentes; por eso el temor a la competencia; por eso la amenaza descarada a la Suprema Corte de Justicia de “cortarle los víveres” desde el Poder central si ésta fallaba en contra de la constitucionalidad del IRPF; por eso la ansiedad de copar todos, absolutamente todos los resortes del Estado, a comenzar por la educación (como acaba de denunciar valientemente la Dra. Graciela Bianchi ex Secretaria Administrativa del Codicen de la ANEP , en Búsqueda, refiriéndose a la educación estatal: “Para acceder a un cargo técnico se tiene que pertenecer a las agencias de colocación del Frente Amplio”); por eso el afán por ‘reglamentar’ a los medios de comunicación (proyecto a estudio del Parlamento); por eso la imperiosa necesidad de concentrar bajo la égida del Presidente de la República todos los servicios de Inteligencia, incluido el del Banco Central; por eso la afirmación de la Intendente de Montevideo, sin atisbos de duda alguna, de que los alcaldes, independientemente del partido al que pertenezcan, deben actuar de acuerdo al programa del F.A. y las decisiones de la Intendente : por eso la ansiedad de controlar “in situ” la gestión en cada Departamento, violentando toda la institucionalidad republicano-democrática que la ciudadanía del país se ha dado soberanamente a lo largo de casi dos siglos. Por eso, los “delegados presidenciales” propuestos se parecen en mucho e inevitablemente a los “Comisarios políticos” de un mundo que existió pretendiendo controlarlo todo y que por ello colapsó e implosionó sobre sí mismo, sobre sus propios cimientos. El actual Presidente Mujica, cuando aún era candidato a la primera magistratura del país, en setiembre de 2009, en el libro “El sueño del Pepe”, expresa clara y libremente su concepción de la autonomía, cuando sostiene que: “si tenés un gobierno de derecha, la autonomía universitaria es fundamental; ahora si tenés un gobierno de corte popular, la autonomía debería ser más relativa”. Expresión tan clara que exime de todo comentario al respecto.
El diario “El País” informa en su edición del domingo 29 de agosto que “un allegado al presidente, dijo que ‘Los coordinadores serán los ojos y oídos de Mujica’”, quienes reportarán directamente al Presidente. El velo parece ir descorriéndose poco a poco y a través del entorno del Presidente. ¡Cómo! ¿No era para cumplir tareas de coordinación ejecutiva de las políticas del gobierno central? ¿Ahora resulta que es para husmear por aquí y por allá y mantener al tanto al Presidente? ¿No alcanza ni siquiera con el invento del “coordinador de la información de Inteligencia”? Y otra vez, al igual que en el caso de este último, sin ningún control parlamentario. ¿Es por ahí que va la reforma del Estado de este gobierno? Realmente, aunque el Presidente Mujica y su entorno se enojen, hay motivos más que valederos para que la democracia republicana encienda una potente luz amarilla.
Una muy buena parte de la izquierda que se expresa en el Frente Amplio ha dado muestras de haber asumido definitivamente las reglas sustantivas, connaturales a la democracia. Pero militan en su seno corrientes que lejos están aún de hacer carne también los principios históricamente inherentes al republicanismo. Por eso un día proponen “descentralización” y al día siguiente un “sí, pero no tanto”.
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