Toma de la Bastilla:

Caída del absolutismo e inicio de la Revolución Francesa 
Mario Píriz - Periodista

“¡Marchemos, hijos de la patria, el día de la gloria ha llegado ya!/ Contra nosotros el sangriento estandarte de la tiranía se ha levantado./ ¿Oís rugir en los campos a esos feroces soldados?/ ¡Vienen a degollar en nuestros brazos a nuestros hijos y a nuestras compañeras!/ ¡A las armas, ciudadanos! ¡formad vuestros batallones!/ ¡Marchemos! ¡Que la sangre impura riegue nuestros campos!…”- La Marsellesa, himno nacional de Francia

El martes 14 de julio de 1789, en Paris, se produce la Toma de la Bastilla. Aquel día de hace 221 años atrás, con cielo cubierto y nubes premonitorias, viento persistente y fuerte, pese al verano nórdico, no hacía calor.  Cuando la multitud se reunió en el exterior hacia media mañana la temperatura media era de 22 grados centígrados, pidiendo la rendición de la prisión, la retirada de los cañones y la entrega de las armas y la pólvora. Alrededor de las 13:30, la muchedumbre entró en el patio externo, cortó las cadenas sobre el puente levadizo al patio interior, y el jefe de la custodia ordenó disparar sobre la muchedumbre, haciendo numerosas víctimas. Se inició así la batalla que culminaría entre las 6 y las 7 horas de esa tarde, con la caída de la Bastilla en manos de los revolucionarios parisinos. Símbolo del fin del Antiguo Régimen y el punto inicial de la Revolución francesa, la toma de la Bastilla y su posterior destrucción sigue siendo símbolo del inicio de la caída de los grandes muros que oprimen a los seres humanos, las injusticias y las desigualdades.
La vieja fortaleza había sido tomada en 1413 por los Armagnacs, en 1418 por los Bourguignons, en 1436 por el Rey, en 1565 por el Príncipe de Condé, en 1591 por los Ligueurs, en 1594 por las tropas reales y en 1649 y 1652 durante el levantamiento de la Fronde. Capitulaba así por última vez aquella tarde del 14 de julio de 1789. La historia de la fortaleza de la Bastilla va unida a la de las “Lettres de cachet”, cartas firmadas por el rey o sus ministros ordenando ingresar en prisión sin juicio. Su utilización militar resultó pronto insuficiente y se construyó un nuevo recinto. Se empleó entonces como fortín y lugar de recepción para  Francisco I, antes de ser transformada en prisión del Estado por el Cardenal Richelieu. Destinada a defender la puerta de San Antonio, la Bastilla fue edificada durante el reinado de Carlos V, de 1370 a 1383 por Hugo Aubriot quien fue uno de sus prisioneros, condenado por subversión. Fue prisión asimismo de otros famosos como el Marqués de Sade y Voltaire. Medía 66 m de largo por 34 m de ancho y 24 m de altura al nivel de las torres, rodeada por fosos de 8 m de profundidad. Casi cien años después de su caída y destrucción, la fecha de la toma de la Bastilla, es desde el 14 de julio de 1880 Día de la Fiesta Nacional de Francia.
Tal como lo expresa el himno nacional francés, la toma de la Bastilla fue un acto de fiereza, de agonía, de ansia de libertad contra la opresión por parte del populacho, obreros, albañiles, artesanos con un significado muy  especial para el mundo. La historia de Francia cambió para siempre. En el lugar donde antiguamente estaba la Bastilla, se construyó una gran columna (la columna de Julio), de 24 metros de alto, elaborada con el bronce de los cañones que se sustrajeron a los españoles, e inaugurada en 1840. La plaza, hoy día, se la conoce con el nombre de Plaza de la Libertad.
Aunque para el Rey Luis XVI la jornada del 14 de julio de 1789 no significó mayor cosa escribiendo en la página respectiva de su diario personal, de puño y letra la palabra "Rien" ("Nada"); el acontecimiento marcó la historia de la humanidad. Fue el advenimiento de la "eternidad Burguesa", clase social que dirigió la revolución, aunque los muertos lo pusieron las clases populares. Más allá de la celebración de la fiesta nacional francesa, recordemos que aún existen muchas “bastillas” que derribar para lograr las libertades a las que todos tenemos derecho. 

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