Cambio climático: conciencia y acción

Por Marcia Croci Reyes
Arquitecta con post grado en Elaboración de Planes de Eficiencia Energética. Integrante, por el Congreso de Intendentes, del Grupo de Coordinación del Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático y la Variabilidad.

“Cambio climático” ha pasado a ser una expresión cotidiana.  Diría que todos nosotros la empleamos quizás  una vez al día.  Llegado es el momento de cambiar  una simple  expresión idiomática usual por la aprehensión conceptual de un riesgo cierto y pasar a la acción para minimizar su efecto. 
 ¿Sabemos qué es el cambio climático?  Y más importante aún: ¿sabemos cómo adaptarnos a él o cómo mitigarlo?
Existe, a nivel nacional y desde enero de este año, un Plan Nacional de Respuesta al Cambio Climático, con un diagnóstico y lineamientos estratégicos (www.cambioclimatico.gub.uy). Plan que, por ahora, diría también  que la mayoría desconoce y, sin embargo, todos nosotros estamos llamados a ser sus actores.
Desde su prólogo se expresa que el cambio climático es la mayor amenaza a superar por la especie humana para sobrevivir como tal.   Las consecuencias de no reaccionar ante esa amenaza - así como de hacerlo tardía, errónea o insuficientemente-  serían demasiado graves…e irreversibles.
Otra expresión nos es tan familiar como cambio climático: “efecto invernadero”.  La alteración de éste es causa de aquél.   El efecto invernadero es un fenómeno natural  y beneficioso: ciertos gases en la atmósfera atrapan el calor y permiten la vida tal como la conocemos en el planeta.  Pero la actividad del hombre ha derivado en un aumento de esos gases  y éste en una intensificación de ese efecto invernadero.  Y eso es malo.  
El calentamiento del sistema climático a nivel global es inequívoco, según lo señalado por el Panel de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas. Se da un aumento de la temperatura en la superficie terrestre  superior a la tendencia inicialmente estimada, que  provoca, entre otras cosas, un deshielo generalizado, con aumento del nivel del mar (casi 2 milímetros por año desde 1961).
En Uruguay, de 1960 a 2000, ha habido un incremento significativo de la media de lluvias, especialmente en temporada de verano, amén de una leve tendencia al aumento de número de días con lluvias intensas.    En igual periodo, la temperatura media ha subido 0,3°, con menos noches frías y más noches cálidas.  Han disminuido los valores de las temperaturas máximas anuales y han subido las temperaturas mínimas absolutas.  Todos somos conscientes de su efecto: un enfriamiento de la época cálida del año y un calentamiento de la época fría; vientos súbitos de gran intensidad. Eso es cambio climático: aquí, ahora.
Uruguay es muy vulnerable a los efectos adversos del cambio climático.   Y muchos de esos efectos adversos  -tormentas, inundaciones y sequías- ya  afectan y pueden continuar afectando a nuestra población, nuestra producción, especialmente la agropecuaria y nuestros ecosistemas. 
Al emitir Gases de Efecto Invernadero, Uruguay contribuye directa o indirectamente a potenciarlo.  Directamente a través de emisión de Dióxido de Carbono (CO2 - 94 % provenientes del Sector Energía, al liberar el carbono de los combustibles fósiles durante su combustión); Metano (CH 4 , con un potencial de calentamiento atmosférico 21 veces superior al CO2, proveniente en casi un 93 % del total  de las actividades agropecuarias:, pero también del sector Desperdicios con los procesos anaerobios de descomposición de materia orgánica contenida en residuos sólidos urbanos, índice particularmente alto en el departamento de Montevideo); Óxido Nitroso (N2O, generado casi totalmente en el sector agricultura, en suelos donde se acumula estiércol de animales de pastoreo,  Si bien su emisión es considerablemente inferior a la de los dos gases anteriores, su potencial de calentamiento atmosférico es 310 veces superior al del CO2 y por tanto muy relevante).
Indirectamente a través de emisión de precursores de ozono:  Óxidos de Nitrógeno (en el sector Energía); Monóxido de Carbono (también en el sector Energía, entre quema de leña  y de combustibles fósiles);  Compuestos Orgánicos Volátiles (sector Energía, entre transporte, pavimentación asfáltica, producción de papel y pulpa de celulosa, producción de alimentos y bebidas); y Dióxido de Azufre (a partir de quema de combustibles fósiles).

¿Qué podemos hacer?

Al pensar en respuestas nuestras al cambio climático, dos son los verbos a manejar: mitigar y adaptar.  Mitigar a través de medidas que disminuyan o remuevan las emisiones de esos gases de efecto invernadero.  Adaptar en tanto reducir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y humanos. Y ya no en aquel concepto general y abstracto del planeta, sino en nuestra región, en nuestro país, en nuestro propio entorno, mediante acciones a la medida de nuestras circunstancias.
El cambio climático no es cosa de otros: es cosa nuestra.  Y las medidas a adoptar no son las, en cierto modo ,“tercerizadas” -en cuanto a nuestra responsabilidad directa-  del gobierno central, de los gobiernos departamentales,  de los sectores productivos, de grupos más o menos organizados de la sociedad civil.   Sí todas ellas, coordinadas, apuntarán a un impacto positivo importante.  Pero además, y fundamentalmente, existen medidas que todos y cada uno de nosotros podemos tomar, en nuestros respectivos ámbitos, comenzando en el momento mismo en que terminemos de leer este artículo.
El impacto de nuestras acciones sumadas será relevante.  La reducción que logremos en consumo de energía mediante artefactos más eficientes y adecuados y a través de cambios en el comportamiento tan simples como, por ejemplo, apagar todo artefacto eléctrico en tanto no lo usemos, asegurarnos que la comida esté fría antes de introducirla en el refrigerador; preservar el calor/frío de  nuestros ambientes con correcta aislación, tendrá un efecto positivo en el medio ambiente y en nuestra economía particular.  Emplear  fuentes alternativas de energía -solar, eólica- para reducir el uso de combustibles fósiles; reciclar de modo adecuado papel y residuos orgánicos, valorar el agua eliminando goteos y pérdidas: todo eso contribuirá también.
Basta un sencillo cambio de hábitos, adoptado por nosotros con conciencia ambiental. 

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