El Sìndrome Diógenes del Gobierno de Tabaré Vázquez.
Por Nery Pinatto.
Poco antes de emprender su legendaria conquista de Persia, el Gran Alejandro pasó por Corinto, ciudad en la que vivía el filósofo cínico (y holgazán) Diógenes, dentro de un tonel.
El (futuro) gran conquistador del Imperio Aqueménida se le presentó a Diógenes y le preguntó de qué forma le podía ayudar, creyéndole infeliz.
Diógenes lo miró, y por respuesta le dijo: “sal de adelante que me quitas el sol”.
Naturalmente que este diálogo, si es que sucedió alguna vez entre estos personajes históricos, nos muestra los extremos de la actitud humana.
Por un lado, Alejandro el macedonio, vital, conquistador, activo y creyente en sus fuerzas.
Por otro lado, Diógenes, el filósofo cínico, holgazán, intelectual, pasivo ante el mundo.
A la larga, entre esos extremos nos encontramos todos.
En nuestro país, tristemente, la inmensa mayoría se identifica con Diógenes, y muy pocos con Alejandro. Especialmente en el gobierno, ya (por suerte) fenecido, de Tabaré Vázquez.
Hicieron uso y abuso de lo que ya les vino heredado del gobierno anterior, de la coyuntura económica internacional y del delirio megalomaníaco de Chávez, alimentado a petrodólares.
Semana a semana la prensa se hacía eco de un fárrago de proyectos. Casi ninguno se llevó a cabo. Tan solo los más reaccionarios como el de ocupación de empresas, que va en contra del devenir del trabajo en el mundo, salió con celeridad en un claro intento de pagar deudas electorales con el movimiento sindical. Y la tan mentada reforma tributaria astoriana: todos al servicio del estado.
Un claro ejemplo del Síndrome Diógenes del gobierno let it be vazquiano ha sido el papelón de las papeleras.
Quién no recuerda cuando Vázquez (entonces en campaña) le prometió en agradecimiento a Kirchner por entrometerse descaradamente en nuestro proceso electoral en su favor que apenas asumiera como presidente terminaría con la “herencia maldita” de las papeleras...
Ya Presidente, y “apretado” por el santacruceño, en las puertas de un hotel de Santiago anunció urbi et orbi que le pedirían a las pasteras que detuvieran sus obras por 90 días.
Ante el escándalo que se produjo en el país, en Caracas se desdijo (como tantas otras veces).
Pero, llegado al Uruguay, al poco tiempo se superó a sí mismo: anunció y encima llevó adelante la insólita militarización de la frontera perimetral de BOTNIA.
Otro escándalo con Kirchner, que lo tomó como una obvia mojada de oreja.
A la semana, chau ejército de BOTNIA.
Se fue el ejército, pero los finlandeses se quedaron. Y ahora, cambiaron de nombre. Alguien lo recuerda? Ahora se llaman UPM.
Y los españoles de ENCE y los portugueses de PORTUCEL?
Si bien Vázquez sostuvo públicamente que el principal de ENCE le confirmó que no se van y tan sólo se RELOCALIZAN (en otro de los muchos neologismos que tanto gustan a los gobernantes de izquierda), sus propios ministros Rossi y Gargano dudaron públicamente de las promesas de los españoles. Otro que les creyó fue el Intendente de Colonia Walter Zimmer, pues la prometida “re-loca-lización” (será de localidad o de locura?) terminaría con la ansiada inversión en Conchillas, bien frente a Buenos Aires, nada menos.
Como será la cosa que hasta Gargano se acerca más a Descartes que Vázquez: por lo menos dudó, después se puso a pensar y luego...existió como Canciller? Esto último ya es otra discusión…
Qué pasará cuando en vez de una Asamblea de Gualeguaychú (una ciudad de poco más de 70.000 habitantes), tengamos protestando a una Asamblea de Buenos Aires, una ciudad con 4 veces la población de todo nuestro país?
En fin, todo hace indicar que los conflictos no atravesarán al “río ancho como mar” pues los ibéricos parecería ser que se tomaron las de villa Diego: tanto ENCE como PORTUCEL buscan “relocalizarse” en Brasil.
En cuanto al oncólogo (ex) prescindente, qué le hace una mancha más al tigre? Lo que él provocó, otros vendrán que mejor lo harán. En pocos meses, el actual gobierno, cambiando favores con la familia Kirchner, logró el levantamiento del piquete-bloqueo. Quid pro quo.
Latinoamericanidad al palo: así nos va.
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